EDITORIALES III


 La Elección de Mario Bergoglio o el Papa Francisco, ha sido el Peor Error  del Cardelanato en los Últimos Años 

 

Parece un mal chiste o una burla cada vez que el Papa argentino abre su boca, pues demuestra su impericia natural, su escasa cultura y su poco acierto para decir las cosas. Porque cada vez que da declaraciones, especialmente sobre temas de suma delicadeza, enfada a una parte de la opinión pública que se siente herida, golpeada en lo más íntimo de su fuero interno e insultada en lo más sensible. Y hay ejemplos de ejemplos de esto que afirmamos, porque Jorge Bergoglio, el primer Papa de nacionalidad argentina (y esperamos que sea el último), no es diplomático, no sabe hablar, no sabe emitir una opinión centrada, equilibrada, que deje satisfechos a unos y otros. Y eso no puede suceder en el jefe de la Iglesia Católica, más todavía cuando esta gigantesca Institución mundial ha venido a menos en las últimas décadas, por todas las problemáticas que ha venido arrastrando desde la muerte de Juan Pablo II, un hombre que supo ser Pontífice de verdad y que ninguno de sus sucesores ha podido emular o acercársele a su estatura, un poquito apenas.

            Para remitirnos al pasado más reciente, Francisco I, el Papa argentino, en primer término no emitió comentario alguno cuando Putin envió a sus hordas contra Ucrania; tampoco condenó las matanzas de la población civil ucraniana, ni el rapto de niños ucranianos por parte de las tropas rusas para llevarlos arbitrariamente a Rusia. El silencio “decía más que sus palabras”, porque todos caímos en la cuenta de que el Papa era amigo de Putin, el genocida, y aceptaba tácitamente todos los crímenes que estaba cometiendo. Sin embargo, la presión mundial hizo que el Pontífice expresara ciertas palabras sin peso, pero palabras al fin…

            Últimamente, el Papa argentino retó al presidente de Ucrania para que negocie la paz con el carnicero ruso, Vladímir Putin… ¿Pero, acaso no debió lanzar ese reto al ruso, al invasor del país vecino, y exhortarlo a retirar sus tanques y soldados criminales de tierras que no les pertenecen? Nó, Francisco I no lo hizo, su corazón no le dictó que debía dirigirse a Putin y exigirle que detenga el derramamiento de sangre ucraniana con su bestial guerra. Tampoco ha pensado -y mucho menos dicho- que, en una eventual concertación de la paz, Rusia tendría que devolver los territorios del Donbás que no le pertenecen y que ha adherido arbitrariamente, lo mismo que la Península de Crimea, arrebatada por la fuerza a Ucrania.

            Simplemente ha hablado de una rendición del ejército ucraniano, como requisito indispensable para obtener la paz. ¿Pensará lo mismo Putin? Por supuesto que nó. Porque una vez que Ucrania plantee la posibilidad de deponer las armas en la defensa de su territorio, Putin se lanzará sobre el país vencido con mayor ferocidad, hará que su actual presidente huya al exilio, sino lo encarcela o envenena como es su criminal costumbre y dará forma a un Estado “títere” como lo ha hecho con Bielorrusia y su monigote instalado en Minsk, Alexandr Lukashenko, el servil suyo y del Kremlin. Porque Vladímir Putin no cree en el respeto a los pueblos libres de las naciones vecinas, no cree en una paz justa y duradera, sino en la famosa “pax romana” que incluye la sumisión y la esclavitud del vencido. Los ucranianos lo saben y por eso se dejarán hasta la última gota de sangre frente a los invasores rusos.

            Evidentemente Jorge Mario Bergoglio, que es el nombre verdadero del Papa Francisco, no estaba capacitado para subir al Trono de San Pedro, porque, entre otras cosas, el pobre es un remedo de los anteriores Pontífices, a partir de Pío XI y sus sucesores. Es uno de los “cabezas de la Iglesia” más flojos, más deficientes y más limitados intelectualmente que recordamos y que han alcanzado esa posición en la jerarquía de la Iglesia Católica. Tampoco ha hecho, a lo largo de su pontificado, grandes esfuerzos en otros campos que resultan imprescindibles por corregir, como la pederastia, la homosexualidad y los abusos sexuales de parte de varios sacerdotes, obispos y otros líderes de la Iglesia en detrimento de jovencitos víctimas. También su silencio en torno a problemas medulares que postran a la humanidad, como el hambre, la injusticia, las persecuciones por diversas causas a los más débiles o componentes de minorías. No se ha manifestado nunca a favor de la mujer, la maternidad, la ancianidad, la eliminación del racismo en sus distintas manifestaciones y países; la corrupción gubernamental, las dictaduras oprobiosas como la de su amigo Putin en Rusia, o el asesinato de los disidentes como lo ejecuta también su entrañable amigo Putin. Nada, el Papa actual es un fiasco en muchísimos sentidos y enoja, enfada más de lo que agrada a quienes lo escuchamos. Por ejemplo, ha instado a Zelenski, el presidente de Ucrania, para que asuma una posición sumisa y de vencido, sin haber sido derrotado, ante el invasor ruso y poco ha faltado para que los emisarios enviados por el Vaticano a Kiev, aconsejen al mandatario ucranio que “pida perdón a Putin”, como base para comenzar una negociación tendiente a alcanzar la paz.

            Además, sus permanentes quejas por supuestas enfermedades por parte de Begoglio, le muestran como una persona indolente, ociosa y desinteresada por la verdadera misión por la que fue encumbrado hasta la estatura de Pontífice; es decir, se queja permanente y recurrentemente de que sufre gripe, tiene un pie malo, una torcedura en el cuello, se le cayó una uña del dedo meñique de su mano izquierda y babosadas de ese talante. Ante tal despropósito, solo esperamos que este mal Papa desaparezca, así de cualquier modo, pero que deje su cargo a otro que lo merezca.


 ¿No Intervención en la Vida Interna de un Estado o Indiferencia Criminal de Parte de la Comunidad Internacional?

 

La situación general de Haití, desde que tenemos uso de razón, siempre ha sido peliaguda, de las más inestables, inseguras y difíciles por las que puede atravesar un gobierno, un país y su gente. ¿Cuándo se vino abajo Haití y su pueblo? No lo sabemos. Incluso unos dicen que tuvo, en una etapa de su existencia, el beneplácito de ser una de las naciones con mejor calidad de vida de toda América. Es posible, pero muy pocas personas –o casi ninguna-, pueden dar fe de ello, porque, desde la década de los años 50, Haití siempre ha presentado una cara triste, de miseria, de faltantes en todos los órdenes de su vida y un lugar del que “todo el mundo sabe dónde está, pero nadie quiere ir a visitarlo.”

            Lo que sí es cierto, como el Sol que sale por levante cada mañana, es que las ex colonias británicas y francesas, cuando se quitan el yugo del colonialismo que ha pesado sobre sus cuellos, muestran después una impresionante pobreza, que le han dejado sus anteriores amos. Basta con que revisemos un poco la historia de algunas naciones africanas, asiáticas y latinoamericanas, que han sido colonias inglesas y francesas, para darnos cuenta de esa irrefutable y dura realidad. Haití fue colonia de Francia. Hay quienes dicen que fue “el mercado de esclavos” de los piratas franceses, quienes sacaban a los negros del África, los trasladaban a Haití y ahí, en esa parte de la isla La Española, los comerciaban para que trabajaran en las plantaciones de banano, algodón y café, en otros territorios ubicados en tierras del “nuevo mundo.” Es muy posible que así fuera. Habría que revisar pormenorizadamente la historia haitiana para cerciorarnos; y si fue de esa manera, no nos sorprendería nada, pues británicos y franceses siempre han visto a la raza negra como una “especie” digna para ser explotada, vendida, segregada, humillada y maltratada. El racismo en su máxima expresión.

            Retornando al pasado reciente, Haití no tenía alternativa alguna: tenía que ser pobre, pero pobre de verdad, porque sus dictadores, especialmente la famosa familia Duvalier, lucraron con la poca riqueza que generaba el comercio, la agricultura y el turismo de esa porción de la isla. “Baby” Doc Duvalier, el último de esos autócratas, terminó exiliado en Francia –no podía ser en otro lugar-, podridamente millonario, con el dinero que había depositado en Bancos franceses a lo largo de su dilatada dictadura en Puerto Príncipe. Luego vino un “intento de democracia” con el Padre Jean Bertrand Aristide, quien intentó, honradamente, de sacar a su país de la miseria, pero no lo logró y terminó exiliado, antes de que lo asesinaran en una nación donde las vidas humanas valen tanto como un arbusto de cacao; es decir… ¡Nada!

            Y el simulacro de democracia continuó, sin convencer mucho a las potencias que observaban con cierto cuidado y recelo a Haití y su derrotero,

hasta llegar al asesinato de Jovenel Moïse, el último presidente elegido democráticamente. Un magnicidio que conmovió a toda la comunidad internacional, pero no nos sorprendió, porque en Haití pueden pasar hechos así y hasta peores, como los que estamos observando hoy en día, con ex policías convertidos en líderes pandilleros, que se dedican a asesinar en las calles de las vetustas y derruidas ciudades.

            Pero queremos llegar a este punto: la comunidad mundial, en especial la americana, siempre ha sabido que Haití es “un Estado, un país, una población fallida.” Siempre lo ha sabido. Y ha sabido del hambre profunda, mortal, de su población absolutamente negra, mayoritariamente negra, descendiente directa de aquellos esclavos que los franceses sacaron a trompicones del África para venderlos en América; pero nunca ha procurado frenar esa hambre, paliarla, erradicarla, ayudar a los haitianos, invertir en Haití, crear empresas, generar puestos de trabajo para la juventud descarriada y desorientada que aquí crece día a día, sin ninguna ilusión mayor que encontrar una fruta o una hogaza de pan con la cual engañar a sus estómagos vacíos. Y lo que es peor: gobiernos como el de Francia y los Estados Unidos, toleraron siempre a los dictadores corruptos de Haití, hasta les dieron asilo cuando fueron derrocados, pero nunca trataron de alejarlos del poder y ayudar, política y militarmente, a ese gobierno para que conociera la democracia, el sistema capitalista y el progreso sostenido que los haitianos siempre han urgido.

            Si le preguntabas a un burócrata del Congreso estadounidense o del Palacio de El Elíseo en París, por qué no intervenían en Haití, te contestaban que respetaban el principio de “autodeterminación de los pueblos, de la no intervención en la vida interna de ningún Estado” y otros sofismas de ese mismo corte, que solo eran eufemismos para decir en realidad: “Haití nos importa tanto como lo que sucede en Uganda o Kenia en estos momentos.” Era la práctica de la indiferencia absoluta, mientras el país desfallecía en medio de su abyecta miseria diaria. Lo que significaba nada menos que lo que sucediera en Haití, no era relevante en modo alguno para las grandes potencias occidentales, como si vivieran en esa porción de la isla, solo animales indignos de tener calidad de vida.

            Sin temor a equivocarnos, la desidia, el desinterés, la deshumanización de los gobiernos ricos, de los países poderosos, dio como resultado lo que Haití es hoy en día, porque Washington, París o Londres, prefirieron “volver el rostro al lado contrario”, antes de ser solidarios con los haitianos. Y lo que es peor, tampoco ahora, en medio de este caos, las superpotencias hacen algo. Triste de verdad.


 Terminaron los 32 Años de Johnny Araya en la Alcaldía de San José, Capital de Costa Rica

 

Estuvo el tiempo más que suficiente para haber hecho una obra colosal en lo físico/estructural de San José o despedazarla por completo; sin embargo, el hoy ex alcalde josefino, Johnny Araya, no hizo una cosa ni otra… no despedazó a la Capital y tampoco la embelleció, pero sí la transformó, y de paso mató a una serie impresionante de tiendas, de negocios tradicionales, que marcaron épocas en la vida e historia de este país, la centroamericana Costa Rica.

            No se nos acabaría la lista de barbaridades, de “desapariciones” de tiendas, restaurantes y distintos negocios y del cambio que hizo en lo profundo y en “la fachada” de la ciudad, hasta convertirla en algo nada funcional, plagada de fealdad, de delincuencia, indigentes por todas partes, alcohólicos que piden limosna a los turistas desvergonzadamente y emigrados de las demás naciones centroamericanas, especialmente mujeres nicaragüenses que se han adueñado de calles y avenidas, las más céntricas existentes, para vender sus productos “comestibles”, impresentables y ajenos a la salubridad que toda comida que se vende al público, debería tener.

            No más de entrada en este editorial, tenemos que afirmar y confirmar que el paso del ex alcalde Johnny Araya durante 32 años, fue un fiasco, un experimento que no pasó de serlo y una desgracia total en lo urbanístico, lo humano, lo social, lo comercial, lo financiero y lo estético, entre otros aspectos más. Sin más dilación, Johnny Araya se trata de un individuo sediento de poder y cuando lo tiene en sus manos, necesita más y mayormente más poder. Prueba de ello, trató de utilizar la Alcaldía de San José para catapultarse hacia la presidencia de la República, pero falló estrepitosamente, a tal extremo que ha sido el peor candidato del Partido Liberación Nacional (PLN), al que siempre ha pertenecido, ya que en el balotaje o segunda vuelta, se declaró abiertamente incompetente para seguir en la lucha política. Dijo que no tenía financiamiento y mencionó otros entuertos más que nunca habíamos escuchado en el devenir de esta nación, de un político curtido, como se considera él. En otras palabras, su desastre proselitista en esa campaña política a nivel nacional, le hizo ver que, en sus afanes políticos “Araya ya había tocado techo”, que la Alcaldía de la Capital era a todo lo que podía aspirar en su existencia y se quedó quieto allí, hasta cumplir los 32 años en su oficina, sintiéndose el dueño de ese puesto, devengando un salario más alto que el Alcalde de Madrid, España, y jugando al “Herodes,” dueño de San José de Costa Rica.

            Con él, todo lo bueno y bonito de la anteriormente funcional ciudad Capital, quedó relegado, olvidado, desechado y desaparecido, hasta convertirse en una urbe impresentable a los ojos de los visitantes extranjeros. Y podríamos citar ejemplo tras ejemplo de su pésima gestión, pero hay otros subtemas todavía más interesantes de su paso por la Alcaldía, que debemos desentrañar. Por caso… ¿Por qué se le permitió a Johnny Araya ser elegido y reelegido en ese puesto? En primer término, porque el votante josefino –y también a nivel de país-, no está interesado en esas elecciones y no acude a las urnas a votar. Ese desinterés favoreció a Araya, mientras se frotaba las manos ante el ausentismo de los ciudadanos en los centros de votaciones. Basado en ello, dio la impresión de que “entrenó” a un grupo de funcionarios municipales que trabajaban para él, para que votaran siempre por él cada cuatro años, y estos acudían religiosamente a depositar sus sufragios por su jefe Araya, dándole la mayoría aritmética en el conteo de los votos. Y, de paso, esos acólitos permanecían en sus puestos en el Concejo Municipal, la Alcaldía y en todo el aparato donde la sombra de Johnny Araya se extendía. Es por esa razón que el nuevo Alcalde se encontrará con un numeroso grupo de leales al Alcalde saliente y que, muy probablemente, causarán al nuevo edil problemas, durante el período en el que estará en su Despacho. Es así como los mandos medios y altos, están ocupados por gente afín a Araya y le son adictos en el amplio sentido de la expresión.

            Un segundo factor a favor del ex alcalde Araya, se fundamentó en la ley que permitía la reelección en ese puesto, de manera consecutiva, de tal manera que la inasistencia de los votantes a las urnas y la susodicha ley, formaron un binomio que favoreció a Johnny Araya para relegirse a lo largo de 32 años ininterrumpidos y perjudicó a la ciudad Capital, que fue regida por algo poco menos que una dictadura y el tipo feliz en su silla de mando, ordenado ejecutar allá, viajando por donde le dio la real gana y echándose al bolsillo millones de colones (moneda costarricense), por alterar la armonía ciudadana, el paisaje capitalino y fomentar a las decenas de indigentes y alcohólicos que deambulan por sus calles, plazas y aceras, más la gran cantidad de vendedores callejeros que ahora subsisten y persisten en San José de Costa Rica a toda hora.

            Han pasado nada menos 32 años de ese individuo en la Alcaldía de la Capital, suficientes para hacer lo que hizo; pero nos confortamos pensando que pudo haber sido peor, conociendo la clase de politicastro, ególatra y negligente que es Araya. Desgraciadamente se fue sin devolver lo mucho que le quitó a los capitalinos y sin que un fiscal lo llamara a dar explicaciones… 


 "Generar Miedo”, es la Consigna del Dictador de Rusia, Vladímir Putin

 

Es evidente que, cuando se deshace de algún enemigo que ha cobrado cierta notoriedad, como en el caso de Eugeny Prigozhin, el renegado judío, al que Putin eliminó cuando viajaba en un avión hace pocos meses, al dictador de Rusia no le interesa negar ni confirmar mucho menos, que él ha sido el perpetrador de ese asesinato. Deja a la imaginación de quienes leen la noticia y crean preferiblemente que realmente él fue el asesino entre bastidores, quien ordenó que se consumara esa muerte en particular. Y, ciertamente, Putin ha sido el culpable. ¿Quién más podría hacerlo en ese inmenso país, sino él? Su naturaleza criminal, adormecida mientras era un don nadie o escalaba apenas hacia la cúspide del poder, ahora se manifiesta en toda su magnitud.

            El tirano nacido en San Petersburgo, esto es Vladímir Putin, quiere que le teman, que las gentes, principalmente sus adversarios políticos, tiemblen cuando piensen en la posibilidad de que podrían ser asesinados por él, por medio de su aparato represivo, propiamente su oficina de espionaje y que trabaja por todo el continente europeo y con mayor eficacia en el interior de Rusia.

            Tampoco sus subalternos en el Kremlin, en la oficina de comunicación o propaganda, emiten documentos o rinden declaraciones a la prensa internacional en los que nieguen que ha sido Putin el perpetrador de esos magnicidios. Porque –insistimos-, lo que desea el dictador es que el mundo le tema, tiemble ante su presencia y ante la alternativa de ser eliminados allí donde se encuentren. Por esa razón, la mayoría de sus opositores yacen escondidos en el exilio, “en algunos países de Europa”, sin que se mencionen sus escondrijos, sus paraderos, por el mismo temor a ser ultimados a balazos, lanzados desde un piso elevado de un edificio de apartamentos u hotel o ser envenenados, tal y como intentó hacer primeramente con Aleksei Navalni, a quien sí pudo envenenar –de manera indubitable-, en la penitenciaría ubicada en el Ártico ruso.

            Con el tirano que está enquistado en el poder en Rusia, sucede lo mismo que con el Papa Borgia, Alejandro VI, en el Renacimiento italiano: cuando invitaba a alguien a cenar a su palacio, el invitado sabía con antelación que no saldría vivo de esa cena, pues iba a ser envenenado con los platillos que le iban a servir. “Era un secreto a voces”, como lo es actualmente en la Rusia de Putin: cuando alguien postula su nombre para unas elecciones supuestamente democráticas y será el antagonista del dictador, quien también será candidato, sabe, de antemano, que esa determinación suya le llevará a la muerte o en el mejor de los casos, al destierro en el extranjero. Putin no permite que una sola ráfaga de viento sople en su contra, porque su dictadura no acepta ni la más leve contradicción en los términos, en los conceptos y mucho menos en el rumbo que lleva el país, de la mano de este sujeto sanguinario.

            El silencio del dictador es más que elocuente. Quien no lo haya

interpretado al cabo de cada asesinato, simplemente no conoce nada sobre el comportamiento de los asesinos. Putin aplica aquello de que “quien calla otorga” y él está otorgando con sus silencios la verdad de la que todos hablan: que él se deshace de sus enemigos por todos los medios a su alcance y donde se hallen esas personas que solo quieren terminar con su prolongadísima presencia en el Kremlin y que haya, por vez primera, democracia en Rusia. Incluso sus amigos repartidos en distintos puntos del orbe, aplican sus mismas tácticas: Nicolás Maduro, en Venezuela, encarcela y aniquila a quienes le presenten oposición; Daniel Ortega, en Nicaragua, hace lo mismo; de igual modo Díaz Canel, en Cuba, etcétera, etcétera, etcétera.

            Después del asesinato de Aleksei Navalni, su esposa Yulia, herida y dolida en lo más profundo de su yo interior, de su espíritu de esposa, madre y ciudadana coartada en todos sus derechos civiles, amenazó con proseguir la lucha de su marido y acabar con el gobierno dictatorial de Putin. De tal manera, ya sabemos quién será la próxima víctima del tirano. Ya sabemos quién aparecerá envenenada o recluida en una prisión, posiblemente en la misma del Círculo Polar Ártico, donde fue enviado y ultimado su esposo Navalni. Porque con Putin no se juega. Con él no hay segunda opción, no hay senda de escape… es la muerte o la muerte. No hay beneficio alguno ni alternativa diferente alguna para los disidentes.

            El problema se fundamenta en que los opositores al dictador saben del peligro que corren y aun así se precipitan a él, como hizo Navalni al regresar a Moscú, después de que los médicos alemanes le salvaron la vida cuando Putin intentó envenenarlo durante su estadía en Alemania. Los más sensatos, aquellos que aman más a sus vidas que a la lucha fallida por democratizar a Rusia, han huido y permanecen bien ocultos, donde el brazo tenebroso y sangriento de Vladímir Putin no puede encontrarlos y mucho menos, asesinarlos.

            Dios quiera que Yulia Naválnaya rectifique y se dedique al cuidado de sus dos hijos adolescentes, quienes se han quedado sin su padre, la víctima por excelencia del criminal en el poder.


Organismos que Velan por los Derechos Humanos en unos Casos Ardientes Defensores de las Condiciones del Hombre; en Otros, Extremadamente Tibios y en una Tercera Posición… Criminalmente Indiferentes

 

No importa el nombre de la organización que usted recuerde en estos instantes o que se le haya venido a la cabeza, pues hay una inmensa cantidad de ellas, distribuidas en algunas latitudes del planeta, especialmente en los países del primer mundo desarrollado, principalmente en Inglaterra, Francia y España (nunca en Ruanda, India, Bolivia o Madagascar), pero lo que usted siempre notará es que son “mucho ruido y pocas nueces”, como dice el viejo refrán popular. Es decir, publican, publican y publican lo que sus dirigentes (“vive bien”), desean denunciar, pero no pasan de allí. ¡Perdón, nos equivocamos! Porque otra cosa que hacen es pedir dinero para mantener “el negocito” que resulta ser siempre extraordinario en ganancias financieras. ¡Y pensar que han muchos mecenas que creen en ellos, les acreditan dinero mes a mes y con ello pueden subsistir y vivir holgadamente! La más famosa, sin duda, es Amnistía Internacional, por lo menos la más dinámica y conocida a nivel global.

            Las intenciones en la superficie siempre son las mismas: liberar a los presos de consciencia o que logren juicios justos; aunque las intenciones subrepticias o en el trasfondo, indican que lo que desean es mantenerse vigentes, “en la cresta de la ola,” para que todos sigan creyendo en ellas. Y las “temperaturas” con las cuales actúan, pueden ir de lo más pasional y constante, hasta la total indiferencia en referencia a casos comprobados de violaciones de los derechos humanos. Durante la dictadura de Fidel Castro, en Cuba, por ejemplo, hubo momentos cuando las denuncias alcanzaban “decibeles” sumamente altos, en los que se defendían a los presos en las cárceles y a los fusilados en los patios de los centros penales, pero, con el paso del tiempo, fueron amainando esas mismas denuncias, hasta quedar menos que la espuma del mar al reventar las olas, en las playas de la isla prisionera en las garras y fauces del dictador.

            Otra cosa fueron los objetivos que, supuestamente, buscaban y que iban en pos de liberar a los presos y darles hogares seguros en el exilio; es decir, muy rara vez se lograron, extraña ocasión pudieron salir de Cuba y, por el contrario, encontraron la muerte en los paredones de fusilamiento o víctimas de las golpizas que les propinaban en las mazmorras del régimen. Lo anterior significa que pasaron de una feroz oposición al sistema violatorio de los derechos humanos, a una total pasividad e indiferencia en el seno de estos organismos.

            Hoy, en el caso de la dictadura en Rusia, de Vladímir Putin, “la tibieza” y hasta ese “volver la cara al lado contrario”, es lo que caracteriza a los mimos organismos internacionales; a tal extremo que los dictadores, tanto el ruso como el bielorruso, Alexandr Lukashenko, se sienten muy cómodos persiguiendo, aprehendiendo, encarcelando, desapareciendo y asesinando a sus opositores, ya que no existe, fuera de las fronteras de sus países, personas capaces de presionarles para que respeten a los derechos  

inalienables del ser humano.

            Lo mismo acontece en los casos que se dan en la China comunista, donde miles de disidentes y hasta etnias completas, son perseguidas ferozmente, con el riesgo de hacerlas desaparecer. En América Latina, en México específicamente, los asesinatos reiterados de periodistas, la desaparición y la reaparición en fosas comunes de jóvenes estudiantes, es del común diario, sin que su presidente, Andrés Manuel López Obrador, haga algo, o siquiera lo intente para revertir el derramamiento de sangre. Aquí tampoco los organismos internacionales presionan, ni denuncian fuerte y decididamente estas actuaciones reñidas con el respeto a las vidas ajenas.

            No obstante lo anterior, lo que está “en boga” es denunciar, sacar a la palestra lo que está haciendo en El Salvador, Nayib Bukele, “el chivo expiatorio” por excelencia, al que se le debe acusar, señalar por todas sus actuaciones y tratar de dañar en su imagen internacional. La defensa de “las maras” por parte de esas organizaciones, nos parece descomunal, desmedida, incoherente, disociada de la realidad y peligrosa en grado sumo, porque están defendiendo nada más y nada menos que al mal que ahora yace tras los barrotes de la mega-cárcel que Bukele mandó a construir. Aquí, lo que priva es un desatino portentoso, impresionante en toda su magnitud e increíble para las personas cabales, que se posicionan en el lado contrario de la maldad. Es decir, cualquier persona que deteste al mal en todas sus variables, no puede, ni podrá nunca, ir en contra de las políticas de seguridad que ha implementado Bukele en su pequeño país. No cabe siquiera la menor crítica al presidente salvadoreño y, por el contrario, el aplauso atronador, la felicitación admirada y la motivación para que continúe en su tarea de limpiar de vándalos a El Salvador, es lo que debe manifestarse de parte de la comunidad mundial que le observa detenidamente.

            De nuestra parte, no nos congraciamos con esas ONGs, tampoco con las otras organizaciones que supuestamente velan por los derechos y las libertades del ser humano; y mucho menos estamos de acuerdo en girarle recursos económicos para que sigan callando las atrocidades y atropellos de Putin en Rusia y Ucrania; pero sancionando decididamente el trabajo que realiza Bukele en las calles de las ciudades salvadoreñas. Nunca estaremos de acuerdo con las incoherencias en todas sus manifestaciones.


 Hasta para Morir hay que Tener Clase y “Aguantar el Tipo” lo Mayormente Posible

 

Este comentario editorial ha surgido a la luz pública a raíz de la muerte del ex presidente de Chile, el Honorable Sebastián Piñera; y hacemos énfasis en que lo redactamos sobre la base del profundo respeto y admiración que profesamos por este ilustre caballero y en ningún momento es nuestra intención irrespetarlo o hacer sarcasmo y mucho menos burla de su deceso.

            Subrayado lo anterior, hacemos un breve repaso de quien fue Piñera y lo que significó para su país de origen: ha sido uno de los mejores presidentes que ha tenido Chile a lo largo de su historia; su paso por el Palacio de La Moneda tuvo más luces que sombras y supo fortalecer la democracia a pesar de los intentos de los fuertes grupos radicales muy vigentes en el Chile actual. Pero, en todo caso, logró salir adelante con su gestión gubernamental y entregar a un Chile más moderno, más democrático y con mayores y mejores cambios en sus estructuras esenciales. Es por ello, por la fuerte y productiva personalidad de este chileno, que su muerte, además de sorpresiva y conmovedora, la sentimos como una pérdida real, en el sentido profundo del término. Un hecho que se pudo evitar.

            Si utilizamos el juego de palabras para explicarnos un poco mejor, Piñera fue al encuentro de la muerte y no al revés; es decir, la muerte no lo buscó a él. Pilotaba un helicóptero sobre el Lago Ranco, en la Región de Los Ríos, cuando perdió el control del aparato que se precipitó hasta lo hondo del mismo lago. Según su instructor, Alfonso Wenzel, el ex presidente tenía una amplia experiencia en el pilotaje de helicópteros “y aprobó satisfactoriamente el curso,” afirmó. Pero hay un detalle que se debe tomar en cuenta para explicarnos lo que sucedió con Piñera antes y durante el percance: Wenzel agregó a sus palabras que “enseñarle no fue tarea fácil (porque) quienes quieran aprender a deambular por las nubes, deben ser personas conservadoras, que arriesgan poco, que no van contra la corriente, como sucede cuando quieres ganar en el mundo de los negocios. Justo lo que Piñera no es. Por ello, tuvo que aprender y se tomó casi un año para hacerlo. Bastante más que su compañero de aula (el también empresario Andrés Navarro, con quien Piñera compró un helicóptero marca Robinson 44).” Lo anterior nos da una idea cabal, más acertada, del porqué Sebastián Piñera terminó con su vida en una muerte que, además de tristeza, concede otros sentimientos encontrados, como rabia y mucho de crítica hacia su actitud que le llevó a la muerte, porque era de esos hombres de quienes nunca queremos que fallezcan, debido a su calidad humana, su inteligencia, su protagonismo de bien y su manera progresiva de vivir su vida y con ello, la ayuda que siempre daba a los demás. Su deceso no debió producirse y con esta expresión comulgan la mayoría de los chilenos. Por eso, además de sorpresa, su muerte nos deja el mal sabor de que debió vivir más, mucho más.

            Otra descripción del comportamiento de Sebastián Piñera como piloto de helicópteros, nos la concede el mismo Wenzel, quien dijo de él que, “ya en el aire, le pude cambiar el ‘switch’ al expresidente (porque) aprendió a dejar el celular en tierra para lograr concentrarse y también le enseñé que, ante cualquier eventualidad, lo mejor es aterrizar (cosa que no hizo Piñera el día de su accidente mortal y cayó de lleno en el lago).” Y aquí viene la descripción más gráfica de la manera de ser de Piñera al mando de los controles de un aparato de estos: “En una oportunidad –prosigue su instructor-, hubo muchas turbulencias. Yo decidí volver, pero si no… él hubiera seguido. Piñera debió aprender que para ser un buen piloto, hay que ser más reflexivo y andar más despacio, menos apurado.”

            Así era el ex mandatario sentado frente a los controles de su helicóptero: poco o nada reflexivo y algo precipitado al tomar sus decisiones. Y por esa razón decimos que él fue al encuentro con la muerte, cuando Chile y los chilenos le necesitaban todavía más, cuando el país no encuentra un rumbo claro de la mano del marxista que hoy está en el poder. Los empresarios, los tecnócratas, los pragmáticos y sobre todo los políticos que sueñan con un país mejor, son quienes más le echarán de menos.

            Su muerte fue más sorpresiva que otras que han acontecido en América entera, porque se le veía lleno de vitalidad, de virtuosismo y daba la sana impresión de que podría dar muchísimo más de sí, quizás desde algún organismo internacional como la ONU, la OEA, el BID o cualquier otra de fuerte impacto mundial. Piñera no era para morir así, tan “rayanamente”, tan poco o nada solemne, porque justamente no era una persona cualquiera, era una personalidad hemisférica, incluso de gran peso mundial. Por ello su fallecimiento ha dolido mucho más que el de otras personas. Él debió morir como mueren los grandes, después de haber conseguido más lauros, mayor performance y de un modo distinto, quizás –permítasenos decirlo-, con estilo de Estadista, después de haber aconsejado a los nuevos mandatarios sobre el camino que deberían seguir junto al país entero. Debió “mantener el tipo” –como dicen los españoles-, en esa hora crucial, porque hay personajes tan admirados, tan rutilantes y carismáticos, como en su caso, que no pueden dejarse atropellar por un auto en una calle o ser apuñalados por un delincuente cuando paseaba con su perro por una vereda de su barrio. Nos parece que hay una muerte para cada quien y cada cual.

            En todo caso, el ex presidente que sacó a los mineros que peligraban quedar sepultados en su mina y el que dio lo mejor de sí a Chile, merecía un “adiós” mejor, como fallecen los grandes de todos los tiempos.


 ¿La Democracia es “Pesos y Contrapesos” u Obstáculos y Recontra-Obstáculos? Que lo Explique Mejor

Javier Milei

 

Para un político “con espuela”, esto es… con experiencia, los obstáculos diversos que le presenta el sistema democrático –suponiendo que sea una democracia funcional, con los tres Poderes establecidos y definidos con claridad y no ese simulacro de democracia que existe en muchos países latinoamericanos, en los que más bien sus gobiernos son antros de corrupción-, no representarían ninguna novedad, ninguna “sorpresa” y mucho menos, motivos de frustración. Pero en el caso de Javier Milei, el nuevo mandatario de los argentinos, cada situación adversa provenida desde un Poder y otro, o desde los sindicatos, representa una decepción, una desilusión, más todavía si subió al gobierno con el ímpetu, el entusiasmo y la determinación de acabar con todo lo que tiene a su país postrado.

            En concreto, la última noticia que nos ha llegado desde el cono sur americano (no europeo, como creen los argentinos que esa parte de América es Europa y ellos son originarios de allí), se refiere a la declaración de inconstitucionalidad anunciada por el Poder Judicial a la reforma laboral que elaboró y ha estado impulsando Milei. Un periódico español lo ha descrito mucho mejor con esta leyenda que encabeza su crónica: “A menos de dos meses de su llegada a la Casa Rosada, el mandatario afronta un rosario de reveses judiciales.” Y esa es la única y gran verdad de los primeros días de Javier Milei al frente del gobierno de ese país ingobernable.

            Y es que la democracia, según escuchamos a un demagogo centroamericano, se compone de “pesos y contrapesos” o mejor dicho: “de obstáculos y recontra-obstáculos,” que no dejan gobernar apropiadamente y en beneficio de la patria. No dudamos que Milei esté lleno de fe, de buenas intenciones, que quiere ver a su país boyante, “siendo el mejor del mundo como lo fue hace décadas”, de acuerdo a sus propias y fantasiosas palabras, porque Argentina nunca ha sido el mejor país del mundo, por encima de Alemania, Japón, Italia, Suecia, Gran Bretaña y los Estados Unidos. Ni siquiera mejor que Brasil ha sido nunca. Pero así son los rioplatenses, tan exagerados al hablar, al comportarse y al conducirse por la vida. Y esos contrapesos, decíamos, la sentencia en la Cámara de Trabajo representa un rotundo fracaso del capítulo laboral del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), redactado por el presidente argentino. Es un fracaso a su reforma laboral y ha sido firmado por los jueces de la sala de Feria, a raíz de una causa impulsada por nada menos que la Confederación General del Trabajo (CGT), de fuerte y absoluta tendencia peronista (o kirchnerista). Los mismos que acaban de hacer una manifestación multitudinaria contra el actual mandatario para tumbarle todos sus proyectos, pasándole por encima al patriotismo y con la única intencionalidad de que este gobierno “naufrague” y retorne al poder la corrupta Cristina Fernández de Kirchner. En específico, los artículos invalidados tenían que ver con modificaciones en las formas de establecer contratos y limitaban el poder a los gremios y sindicatos. Es decir, se entrometía con el verdadero poder en Argentina, los que verdaderamente mandan en esta nación: los sindicalistas y otros gremios que solo existen para defender sus intereses y nunca aquellos que son del común del pueblo. La Kirchner y su monigote Alberto Fernández, nunca tuvieron estos problemas, porque nunca intentaron reformar absolutamente nada y estaban avocados únicamente al saqueo del Estado, una tarea que realizaron con extraordinaria eficacia y diligencia.

            Por otra parte, la semana pasada, Milei sufrió otra derrota ante el Poder Judicial cuando los jueces le rechazaron la Ley de Tierras presentada por “el melenas/presidente”, luego de que hiciera una exposición de dicha ley en el Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas de La Plata (CECIM), y dijo que la derogación “libera el mercado de tierras, habilita la extranjerización de las mismas, con dinámicas latifundistas, que ponen en crisis los principios de integridad territorial y la soberanía nacional, condicionando no solo la disponibilidad del suelo argentino, sino también los cursos de aguas dulces.” Lamentó Milei en aquella oportunidad, pero, de todos modos, también este intento resultó rechazado por los jueces (¿Peronistas?).

            Y es que en Argentina, como en el resto de América Latina, en aquellos países donde los sindicatos son muy fuertes y los otros dos Poderes (Legislativo y Judicial), ejercen una oposición férrea a todo lo que toque los intereses de sus funcionarios en los altos cargos, no basta con las buenas intenciones de un mandatario para tratar de corregir lo que anda mal en su patria. Pero en el caso de Javier Milei, de acuerdo al sesgo que llevan los acontecimientos en Argentina y con su gobierno, cuando lleguemos a diciembre de este mismo 2024, será un presidente con gran experiencia, que habrá aprendido de sus fracasos, de la fortísima oposición de los otros dos Poderes y de los sindicalistas que le quieren ver fracasado y derrotado a diario. Y falta todavía un grupo por pronunciarse, que es el némesis de los sindicatos: los militares, quienes no se hacen a las calles para protestar, sino que aplican la asonada, el derrocamiento sin que les tiemble el pulso. Si Milei sueña reformas para los soldados y su Institución, entonces, es muy posible, que le veamos en el exilio, llorando por su Argentina.


 A Propósito de Trump…

Los Estadounidenses de Hoy no son los Mismos Estadounidenses de Ayer

 

Evidentemente no lo son. En principio, porque los estadounidenses de ayer –que son los mismos de nuestra época, de quienes hacemos este periódico-, nunca, nunca, nunca, hubiesen tolerado ni un solo paso hacia adelante de un individuo como Donald Trump. Lo hubieran rechazado ahí mismo, de plano. Lo hubiesen defenestrado, que es igual a tirarlo por la ventana ipso facto, lo hubiesen rechazado ad portas, sin dejarlo decir tres palabras en el mismo escenario y en la misma ceremonia. Esos eran los estadounidenses de las décadas de los 80s hacia atrás, los que se quitaron de encima rápidamente a un individuo tan extraño, tan raro, como Lyndon Johnson; los que no le permitieron a Richard Nixon más corrupción y los que no permitieron que Gerald Ford, vicepresidente de éste, continuara en calidad de presidente de la nación y por eso votaron a Jimmy Carter, a quien tampoco le permitieron ni perdonaron sus errores políticos (no morales, sino políticos únicamente, porque Carter era un tipo honesto a carta cabal, pero nada sabio políticamente y allí residió su error).

            Pero, evidentemente, los estadounidenses de hoy, esos mismos que están desapareciendo debido a la invasión (ese es el término preciso… “invasión”), de latinoamericanos que han cruzado la frontera sur del país y se han ido adueñando de los Estados Unidos poco a poco en la mayoría de los casos y a veces vertiginosamente, ante el estupor de quienes miramos este fenómeno sorprendidos y también intrínsecamente adoloridos, no son aquellos a quienes una vez admiramos profundamente.

            ¿Pero por qué no son los mismos norteamericanos ahora, en comparación con los del pasado? Porque a Donald Trump le han dado el aval, le han dejado el camino libre para que transite por ahí, a un individuo corrupto, corrompido, requerido una y otra vez por las salas de juicios por causa de sus movimientos gansteriles, a quien se le ha demostrado que ha violado a una mujer en un vestidor de una gran tienda en Nueva York, ha pagado a una actriz pornográfica para que no cuente sus relaciones extramatrimoniales en clara puñalada por la espalda a la elegante esposa suya y porque tiene la desfachatez, la caradura de negarlo todo, cuando las pruebas son meridianas, clarísimas, en su contra. Y con ese “curriculum” indubitablemente criminal, impresentable, sucio, esencialmente deshonesto, le convertirán en el próximo presidente de los Estados Unidos, una eventualidad que sucederá –estamos seguros-, como ocurre la puesta del Sol cada tarde detrás de las montañas. Los estadounidenses de hoy, cada vez menos espirituales, menos sensibles y menos humanos, son los que admiran a Trump, a su grosera manera de ser y de comportarse y le llevarán a la Casa Blanca por segunda ocasión, igual a una simple ecuación matemática de 2 + 2, cuyo resultado todos conocemos anticipadamente.

            En otras palabras y retrospectivamente, Donald Trump es lo que es ahora mismo ha conseguido lo que ha conseguido, porque le apoya, le acuerpa y le aplaude un votante estadounidense que se siente reflejado en él, a quien le da igual hacerse millonario bajo el signo de la decencia como si nó…, a ultrajar a una mujer con la mayor naturalidad del mundo porque en él no hay ningún principio, ninguna muestra de respeto ni de límites. Y Donald Trump es así justamente. Es quien está enfrentado a todo aquello que conocemos con el calificativo de “normalidad” y es capaz de romper barreras convencionales, aunque ello signifique hacerles daño a sus adversarios y siempre será un daño irreparable.

            De acuerdo a la falta de valores o a la supuesta escala de valores existente en la actualidad, personajes tan nefastos y oscuros como Al Capone, Dillinger, John Gotti, Richard Nixon, Lyndon B. Johnson y otros tan execrables como ellos mismos, si estuvieran en funciones propiamente ahora, los estadounidenses les avalarían, les aplaudirían sus desacatos y les elevarían al mismo sitial en el que han puesto o subido a Trump. También le han ayudado las leyes de esta nación, que se abstienen de castigar a los ex presidentes y les absuelve, seguramente para no manchar la historia presidencialista del país, porque en otra nación, como en el caso del Perú, Donald Trump, desde que hizo su primer movimiento torpe, violento y corrompido en la Oficina Oval de la Casa Blanca, lo hubieran bajado del poder y llevado en un carro policial a una celda donde todavía estaría pudriéndose, que es el lugar que realmente le corresponde.

            Así, paso a paso, hemos observado que, paralelamente a sus visitas a los juzgados que le requieren, Trump ha ido ganando “caucus”, desplaza a sus adversarios, quienes deciden retirarse mucho antes de que comiencen las elecciones primarias republicanas y va quedando solo, omnipotente, para enfrentarse al anciano y enfermizo candidato demócrata, el actual presidente de la nación, Joe Biden. Esas elecciones venideras serán la revancha de Trump y vencerá inobjetablemente a un insípido mandatario y se cobrará venganza por la derrota anterior. Si no lo consiguiera, sería capaz de arremeter contra el orden establecido y lanzaría nuevamente sus hordas de drogadictos y delincuentes contra la sede del Congreso y los estadounidenses se lo perdonarían y le seguirían aplaudiendo.

            Es la época de Trump, la época del pueblo estadounidense sin moral, sin principios y sin respeto por su propia naturaleza.


 Israel y el Gobierno de Netanyahu Acusados ante el Tribunal de La Haya

 

Benjamín Netanyahu, el dictador no declarado de Israel, el tipo que se ha perpetuado en el poder justamente en el país que siempre se ha auto-definido enemigo de las dictaduras, ha dicho en un video que le ha dado la vuelta al mundo gracias a la difusión de los periódicos por internet, que “el mundo está al revés”, porque el gobierno de Suráfrica ha presentado una demanda por genocidio contra Israel, específicamente contra el tirano asesino que siempre ha sido Netanyahu.

            Y es que Netanyahu es un vampiro. Esa es la mejor definición que le describe. Es un individuo que tiene que ver sangre enemiga derramándose para lograr su paz interior y desde el punto de vista político, cuando “sus acciones van a la baja,” cuando su imagen al frente del Estado judío se ve desprestigiada por uno u otro motivo, decide inventarse algún ataque “terrorista” de parte de los palestinos para atacarlos y con ello desviar la atención de la opinión pública israelí y quedar como un adalid de la defensa de su patria, un hombre en el amplio sentido de la palabra y un amante devoto del judaísmo. Aunque es cierto que, en ocasiones, los mismos palestinos, por medio de la facción armada de Hamás, le han dado suficientes motivos a Netanyahu para responder a sus ataques realísticos con toda la saña de la que es capaz y derramar mucha sangre de más, según está sucediendo hoy en día en Gaza. Pero en ambos casos, el hedor de la carne quemada, de la sangre coagulada de los inocentes (y de los culpables también), excita al morbo de Benjamín Netanyahu y se siente pleno, a gusto, aunque ningún psicoanalista del mundo ajeno al judío haya llegado a la conclusión de que el dictador judío es un auténtico vampiro, un asesino que bien podría situarse en el mismo renglón de Jack el destripador en el Londres del Siglo XIX, que sentía verdadera complacencia al ver a sus víctimas agonizando e inertes después de haber expirado.

            La acusación presentada por Suráfrica contra Israel, su dictador y su ejército, pone de manifiesto y en evidencia, la altísima criminalidad –si es que el asesinato tiene grados de intensidad-, que le es propia al Estado judío y propiamente a sus autoridades. Las milicias comandadas y enviadas por Netanhayu han masacrado a más de 20 mil ciudadanos palestinos ajenos a la guerra, entre quienes habían mujeres (embarazadas y ancianas), niños (cientos de ellos) y hombres de todas las edades; pero el vampiro y carnicero judío ha dicho en el mismo video que “el ejército israelí es el más limpio del mundo” porque se cuida de no matar a aquellos que están al margen del conflicto. ¡Mentira y más que mentira! Las cifras, los cadáveres chamuscados en las calles y bajo los edificios en escombros de la Franja de Gaza, cuentan otra historia de sangre, muerte, injusticia y vampirismo de parte de este judío que ha vuelto a mentir cuando dijo que encontró ediciones del libro de Hitler, llamado Mi Lucha (Mein Kampf), cuando los soldados israelíes entraron en los túneles que supuestamente fueron construidos por la facción Hamás, en la misma Gaza. Y para seguir con el mismo estribillo cansino de los judíos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Netanyahu ha vuelto a recordar el mal llamado “Holocausto” (porque no fueron vidas ofrendadas al dios de los hebreos en ningún momento en aquel pasaje histórico) y ha argumentado que “nuevamente están atacando al pueblo judío” de igual manera como lo hicieron los nazis décadas atrás. Es decir, el dictador judío ha tratado de causar lástima, conmiseración en quienes siguen los acontecimientos en Palestina y dar la eterna imagen de que los israelíes son los eternos odiados y perseguidos por el resto del mundo. Evidentemente, su cerebro sanguinario, limitadísimo en inteligencia y de vampiro sediento de sangre, no le da otra posibilidad para pensar diferente y esgrime el mismo “holo-cuento” (del holocausto), para manipular las voluntades, las almas y los sentimientos de las gentes débiles, sin criterio propio, y justificar con ello las masacres diarias que causa en Gaza contra el indefenso pueblo de Palestina.

            Antes de estos ataques impresionantes por su criminalidad manifiesta y obvia, Netanyahu había tratado de arrogarse más poderes en Israel, tratando de que le aprobaran una ley para disminuir las facultades del Poder Judicial y así fortalecer aún más a su gobierno dictatorial. Esa intención le había restado popularidad entre los votantes y se sentía intrínsecamente mal. Por eso, el ataque de Hamás, con los secuestros de ciudadanos judíos, le sentó a Netanyahu igual a “un anillo en el dedo” y no desaprovechó la ocasión y atacó con toda furia a la Franja de Gaza, masacró (y sigue masacrando) a los indefensos, pero la finalidad ha tenido dos aristas: 1. Subir “sus acciones” ante la opinión judía, muy disminuida por su intento de delimitar al Poder Judicial; y 2. Saciar su sed de sangre con las muertes de sus enemigos. Un problema psíquico, una aberración que en el fondo y en la superficie es una desviación sexual que le complace a él más que a ninguno en Israel, evidentemente. Sin duda, nos estamos refiriendo a un individuo intrínseca y extrínsecamente pervertido, quien, a pesar de sus desmanes, no ha quedado bien con los israelíes, porque no ha logrado (“no ha querido”, para ser más precisos) rescatar a los rehenes en poder de Hamás y es un reclamo que se le hace a diario en el mismo país de los hebreos. Bien por Suráfrica… mal por este chupador de sangre humana llamado Benjamín Netanyahu, quien se cree con el derecho de asesinar impunemente a quienes a él se le ocurra, en el lugar y el momento que también se le ocurra.  


 Cualquier Omisión o Tergiversación sobre la Vida de Franz Beckenbauer Significa un Lamentable y Profundo Error

 

Abrimos aquellos videos en Youtube que nos parecen que pueden ser acertados, decentes, elaborados por personas normales y que se refieren a la vida (y muerte) del ex futbolista alemán Franz Beckenbauer. Tomamos en cuenta, antes de verlos, la nacionalidad de la persona que ha creado el video porque es muy importante que los comentarios vertidos sobre esta figura no vayan a ser exagerados, tergiversados, difamantes o fuera de todo contexto. Y para ser más claros todavía, abrimos y escuchamos con suma suspicacia a los argentinos y mexicanos, porque tienden a sacar siempre el chauvinismo, esa patriotería vulgar que les caracteriza y hacer comparaciones mucho más vulgares. Por ejemplo, acabamos de escuchar de un mexicano que “Rafa” Márquez, el ex futbolista mexicano, era igual a Beckenbauer (¡!). Una verdadera desgracia oír esas aseveraciones dichas solo porque los mexicanos quieren imponer su feo y atrasado país, con todo lo que hay adentro (humano y material), por encima del resto de la humanidad. ¡Como Beckenbauer, en el plano deportivo, no hubo, hay o habrá otro parecido siquiera! Esa es la única verdad existente. No podemos, por más que amemos a nuestro país de origen, decir esas bestialidades que ofenden profundamente.

            A lo largo de la historia del hombre sobre la Tierra, ha habido personajes que no se pueden emular, no se pueden disminuir de ninguna manera, vulgarizar y mucho menos… comparar con otros talentos inexistentes o menguados. Y citamos a Juan Pablo II, Thomas Alba Edison, Miguel de Cervantes Saavedra, Pablo Picasso, Pelé, Johan Cruyff, Juana de Arco, Confucio y por supuesto, nuestro personaje de esta ocasión… FRANZ BECKENBAUER. Cualquier comparación que se haga de estos personajes que fueron luces de la humanidad, resultará vulgar, disonante, imprecisa, demencial… y retratará de cuerpo entero a quienes las hacen. Por ejemplo, el mexicano que expresó ese lamentable argumento, es un fantoche a quien deberían quitarle toda oportunidad para que use un micrófono, pues es más peligroso que un ataque de langostas en un cultivo de trigo. Valga el símil.

            Tal fue la majestuosidad de la obra deportiva y extra-deportiva, realizada por el Kaiser del fútbol alemán y mundial; y, en el primer aspecto, en el futbolístico, Beckenbauer pertenece al selectísimo grupo de los cinco mejores futbolistas del “Universo fútbol,” junto a Pelé, Cruyff, Puskas y Elías Figueroa. Más abajo, aparecen los del segundo nivel y mucho más abajo en la lista, el resto de supuestas “estrellas” que los argentinos –principalmente- y la prensa mundial (especialmente la misma argentina y la española), han creado artificialmente, con la finalidad de que la intensidad del deporte no decaiga, tampoco los negocios que gravitan a su alrededor y, fundamentalmente, para sustituir a los verdaderos ídolos que se iban retirando paulatinamente. Es decir, ante el retiro de Pelé, los argentinos comenzaron a crear (artificialmente), a un ídolo extremadamente limitado en sus destrezas, pues solo usaba la parte izquierda de su cuerpo (lo mismo que Messi), llamado Diego Maradona, el anti-futbol, el anti-modelo y el anti-ejemplo para los jovencitos que lo vieron. Pero ya sabemos cómo son los argentinos. Últimamente, su nuevo presidente, Milei, soltó la estupidez verbal cuando dijo que “Argentina -en una época-, fue la mayor potencia del mundo.” ¿Cuándo, cómo, en qué y por qué? Preguntamos nosotros. Y la respuesta única que nace, dice que fue una afirmación provenida de un cerebro atrofiado, de un tipo que pertenece a un país donde la gente acostumbra a salirse de todo registro al pensar, hablar y actuar.

            Pero la verdad sobre Franz Beckenbauer, tiene que ser dicha, porque cualquier omisión o tergiversación sobre la vida de este atleta alemán, significaría un lamentable y profundo error. Durante los partidos fue un jugador “con smoking”; esto es… elegantísimo, un aristócrata que jugaba al fútbol, quien, en cada desplazamiento, causaba admiración desmedida y un silencio respetuoso de parte de los aficionados, de todos los presentes en los estadios. Inteligentísimo, pulcro para jugar (siempre bien intencionado, sin hacer daño al contrario), constructivo, un líder nato, creador de juego, con capacidad para meter goles, para aparecer en cualquier lugar del campo (en su función de “líbero”), y con una serenidad envidiable que transmitía a sus compañeros, aun cuando el marcador estuviera en contra. Decir que fue solamente un “defensa central” es apocar o disminuir sus actuaciones, porque su función era aportar sus capacidades a lo largo y ancho de la cancha. Por lo anterior, ningún otro jugador contemporáneo a Beckenbauer, retrospectivo o actual, ha hecho lo que hizo él a favor del espectáculo del futbol.

            Y “para colmo de bienes”, en su calidad de dirigente deportivo, fortaleció a su Club, el Bayern de Munich, modernizó todas sus estructuras; el impresionante estadio Allianz Arena fue erigido gracias a este personaje quien propulsó las obras arquitectónicas; organizó con perfección germana el Mundial del 2006 y aportó muchísimo al futbol mundial allí donde su presencia fue notoria y tangible. Lo anterior significa que el gran Franz no se quedó en el futbolista, sino que trascendió hacia otros estratos y creó, creó y creó, con base en un incansable trabajo individual, desde lo organizacional, en beneficio donde se hizo perentoria su mano constructiva. Ese fue este alemán. Un hombre completo, inimitable, incomparable y ejemplar.


 Un Breve Mensaje por Navidad 

 

          Hemos llegado a la edición # 200 de este periódico digital y en su edición en papel (en físico), y la senda que hemos recorrido ha sido exhaustiva, intensa y de un trabajo realmente agotador. Solo quienes han trabajado en un periódico, sabe a lo que nos referimos en este instante. Empero, la satisfacción ha estado garantizada desde un inicio: hemos llegado, observado y triunfado, porque el arduo trabajo ha sido gratificante y allí están nuestros ejemplares para que los repasen y lean aquellas informaciones que en una oportunidad no pudieron leer por una u otra razón. Pueden accesar a https://www.calameo.com/accounts/5739567

          Aparte de lo anterior, les informamos, queridos lectores nuestros, que nos tomaremos desde la publicación de esta edición # 200 hasta la primera semana de enero del 2024, un necesario y merecido descanso, pues hemos trabajado sin detenernos, tal y como les hemos sintetizado en las líneas iniciales de este comentario editorial. Es así como esta será la última edición del año 2023, agradeciéndoles, de paso, su preferencia, su fidelidad y el hecho de buscarnos semana a semana para leer nuestras noticias, editoriales y reportajes.

           Del mismo modo, les invitamos leer nuestro libro anual, donde aparecen todos nuestros trabajos, en esta dirección web: https://es.scribd.com/document/691142083/LibroArticulos-de-Prensa-Volumen-3

           Finalmente, les deseamos una muy feliz Navidad juntos todos ustedes, en familia, con el amor y la protección de Dios en sus corazones y vidas; y para el año entrante, que todos los proyectos, anhelos y los más elevados sueños, se les cumplan a cabalidad y sin demora.

Esos son nuestros sinceros deseos y que la Gracia de Dios esté siempre presente en todo lo que emprendan.


 El Sistema Educativo de Costa Rica en Caída Libre

 

¿Desde cuándo viene descomponiéndose la educación costarricense? Los primeros avisos de que se entraba a una etapa de inseguridad, de falta de calidad y de negligencia de los dirigentes ministeriales y de los educadores (que hoy se autodenominan pomposamente “docentes”), se presentaron a mitad de la década de los años 60s. En las escuelas y colegios ya se notaba que existía un peligroso desequilibrio en el sentido de que unos maestros eran excelentes, principalmente aquellos que no se habían acogido a sus pensiones y que venían trabajando desde épocas muy trasanteriores; pero los nuevos eran un completo fiasco. Es decir, quienes salían de la Facultad de Pedagogía de las Universidades Estatales (las únicas que habían en aquellos tiempos), carecían de calidad, voluntad, empatía con los estudiantes y destrezas varias, aprendidas e innatas, que todo buen profesional de la enseñanza debe tener.

            Conforme iban pasando los años, el deterioro se hacía más evidente y con el auge de las Universidades privadas, llamadas peyorativamente “de garaje”, pues a determinada persona se le ocurría abrir un centro de estos en la cochera de su casa con el único afán de lucrar económicamente y nada más, el sistema se vino en picada hasta lo más profundo de la descalificación. Hoy, cuando el nuevo milenio ya ha transcurrido a través de dos décadas, la educación en Costa Rica ha colapsado y no nos referimos a las plantas físicas, los edificios de las escuelas y colegios, que de todas maneras se caen a pedazos por culpa de la pasividad de las directoras (es) de esos sitios, sino que el sistema de enseñanza en sí, su esencia, sus programas, metodologías y formación de la persona humana o de los educandos que visitan sus aulas, simplemente no sirve absolutamente para nada.

            Hay cuantificación del tiempo; es decir aumento de la permanencia de los docentes y los estudiantes en los centros educativos, pues comienzan cada jornada en el día a día, desde las 7 de la mañana y concluyen pasadas las 4 de la tarde. Un tiempo exagerado que no compensa la falta de capacidad de los educadores y en el que los jóvenes no aprenden tampoco nada de nada y les espera la frustración por las malas calificaciones y la deserción, después de las vacaciones de medio año. El joven prefiere alejarse de los colegios, porque los programas no le satisfacen y, por el contrario, les “cargan” y los hacen fracasar irremediable e inevitablemente.

            Por supuesto que no es culpa de la actual ministra, la señora Müller, porque este problema viene agudizándose, como hemos afirmado anteriormente, desde la segunda mitad de la década de los 60s. ¡Es culpa de los distintos y numerosos ministros que ha tenido esa Cartera ministerial, quienes han preferido llenarse los bolsillos con los salarios percibidos y no se dieron a la tarea de corregir lo que se estaba cayendo a pedazos!

            Al lado de los pésimos educadores (mal presentados, con argollas en sus narices, en sus orejas, tatuajes horrendos en cualquier parte de sus cuerpos y un vocabulario callejero, de baja estirpe), persisten los malos programas de enseñanza: una matemática que conduce irremediablemente al fracaso del muchacho, quien, al salir del colegio, nunca más la volverá a ver en su vida diaria; un programa de Estudios Sociales (Geografía e Historia), que da visiones equivocadas de lo que ha sido el mundo y la humanidad, congraciándose con doctrinas como el marxismo y exultando a dictadores sanguinarios como el caso de Fidel Castro o Vladímir Lenin; y lo mismo ocurre en casi todas las materias que se mal imparten en escuelas y centros de secundaria.

            Y en lo que atañe a las Universidades (privadas y Estatales), gran cantidad de estudiantes, en aras de conseguir el anhelado título profesional sin importar el esfuerzo o los medios, paga a personas ajenas para que les hagan sus trabajos extra-clases o a los mismos profesores para que les beneficien en las calificaciones. Y esos serán los nuevos profesionales que saldrán de las Universidades para levantar edificios, puentes, autopistas, en el caso de que sean ingenieros civiles o arquitectos; quienes tendrán que operar o curar pacientes en clínicas y hospitales y les veremos equivocarse una y otra vez, porque son “cascarones vacíos”, sin formación elemental, sin humanismo, sin consciencia de la calidad y la falta de ésta, y por esas razones vemos como el país se hunde paulatinamente por la falta de buenos profesionales, con esencia espiritual, intelectual y capacitados para poner en práctica esos títulos académicos que suelen colgar de las paredes de sus consultorios y oficinas.

            Nadie en Costa Rica analiza –y mucho menos asegura abierta y valientemente- que la creciente y criminal delincuencia que desangra a su población es causa del pésimo sistema educativo, de sus horrorosos programas de enseñanza y de sus innombrables e irrecomendables profesores. Parece que ir rodando por el despeñadero, con la ausencia total de cualificación o calidad, ya forma parte de la cotidianidad del costarricense, una persona que se habitúa tranquilamente y sin protestar, tanto a los tiempos y circunstancias buenas, como a las malas. Nosotros no querremos ver, dentro de 5 años más, hasta dónde se ha descendido.


 Controversia Diplomática Fortísima entre España e Israel

 

Los judíos, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se han dado a la tarea en los cinco continentes de crear (y recrear), una imagen de “intocables”, de “víctimas permanentes e inocentes de la maldad humana” y han reforzado esa imagen para crear respetabilidad, lástima ajena y dar a entender que siempre han sido los perseguidos de los hombres malos “sin una razón justa o medianamente justa siquiera.” Así han ido alrededor del mundo y se presentan: “Hola, soy judío…” Entonces debes entender que estás frente a un perseguido por los comunistas (pero Lenin era judío, lo mismo que Karl Marx y León Trotsky, los padres del comunismo), por los Reyes Católicos durante la sefarade y por los peores… los nazis. Debes entender que estás frente a un tipo que perdió a sus abuelos, bisabuelos en las cámaras de gas y quemados en los hornos de los campos de concentración y por esas causas, debes guardar un respetuoso silencio, admirarle y ser “fan” incondicional del pobrecito pueblo judío. Toda una ignominia, toda una falta de respeto de los crueles nazis de Hitler, contra “el pueblo elegido de Dios”, porque, a pesar de ser los preferidos del Omnipotente Creador del cielo y la tierra, obviaron esto y arremetieron contra el intocable pueblo hebreo. ¡Toda una blasfemia! Porque atacar a un judío y matarlo, es semejante a hacer lo mismo con Dios… ¡Vaya orgullo insuflado por los rabinos mismos! ¡Vaya insensatez reñida con la realidad de la vida diaria y con la historia centrada y correcta de la humanidad!

            Desgraciadamente siempre encuentran hordas enteras de individuos que se solidarizan con ellos, que “muerden el anzuelo” y les miran con ojos de ternura, de conmiseración y despotrican contra los malvados nazis y contra aquellos que odian “al pueblo elegido de Dios.” Son millones alrededor del mundo que creen a pies juntillas que el Antiguo Testamento de La Biblia es una gran verdad, que se debe aceptar con todas esas epopeyas del pueblo judío, cuando el Mar Rojo se abrió para que pasara Moisés y sus gentes y se cerró ahogando a los soldados del Faraón; que Jericó se derrumbó a la séptima vuelta del judío a caballo; que David mató al gigantesco Goliat con tan solo una honda y que una nube iluminada, enviada por Dios en persona, guiaba a los hebreos durante su travesía por el desierto. Todo eso lo creen en pleno Siglo XXI, mientras los rabinos y demás, deben reírse a carcajadas en el interior de sus sinagogas, por la ineptitud de “los gentiles”, como nos llaman a quienes no somos de su raza, o mejor dicho… de los obtusos que conformamos a “las razas inferiores”, porque eso justamente somos para ellos: especímenes racial, sanguínea, moral, ancestral, genética y culturalmente inferiores a los judíos, quienes son los que arrasan con los Premios Nóveles de esto, aquello y lo otro; los que mandan en Hollywood, en Wall Street, en la NASA, el Kremlin, y en todo sitio en la Tierra donde se han logrado infiltrar para lograr el beneficio personal y solo personal, olvidándose del resto de los congéneres.

            Pero ahora viene lo peor: con base en todo lo expuesto en las líneas de arriba, se han permitido masacrar a los inferiores palestinos, a esos salvajes a quienes arrebataron sus tierras, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial y decidieron emigrar a esta región de Oriente Próximo. Y han encontrado al judío ideal para llevar a cabo esas masacres con sus misiles, tanques y todos los pertrechos que los alemanes (acosados por la culpa del Holocausto), y los estadounidenses les regalan a “los pobrecitos” judíos para que se defiendan. Ese líder ha sido el corrupto, megalómano y manipulador Benjamín Netanyahu, un asesino de nuestro tiempo, a quien, por intercesión del mismo Satanás, ningún otro líder propone llevarlo ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya, Países Bajos, por sus reiterados asesinatos (que se cuentan por decenas de miles cada año), en Cisjordania y la Franja de Gaza. Y aquí finca precisamente la controversia que Pedro Sánchez, el presidente de España, ha desatado contra el criminal Netanyahu: este genocida al que llaman “Primer Ministro de Israel,” cuando en verdad es un dictador sanguinario, ordenó a su ministro de Exteriores, Eli Cohen, para que citara en su oficina a la embajadora de España en Judea, Ana Salomón Pérez, “para que usted le dé una reprimenda (fuerte regaño), por la vergonzosa declaración de Pedro Sánchez (en contra del intocable Estado de Israel y contra el pueblo elegido de Dios). (Las palabras del mandatario español se han escuchado exactamente) el día en que los terroristas de Hamás están matando israelíes en nuestra Capital Jerusalén”, según dice textualmente un comunicado de prensa del Despacho de Netanyahu. Es decir, los judíos tienen la potestad, la arrogancia, la petulancia, el poder conferido no sabemos por cuál demonio, de reprender a cualquier ser humano que a ellos le venga en gana. ¿Pero quién les ha dado ese derecho, qué se creen, si ellos no están por encima (ni por debajo tampoco), de nadie en este planeta que nos pertenece a todos, a chinos, aborígenes americanos, europeos, negros africanos… a todos?

            ¿Pero qué dijo Pedro Sánchez en Madrid, en su propio país, España, donde puede decir lo que a sus cojones les parezca, sin importarle la reacción de los afectados? Pues dijo una gran verdad: ante la monstruosa matanza de civiles palestinos en Gaza, que sobrepasa a los 15,000 masacrados por las bombas israelíes, “tiene serias dudas de que Israel esté cumpliendo con el derecho internacional humanitario.” Y es que Sánchez, más bien, adornó su retórica con eufemismos y debió decir con mayor claridad que “el Estado judío con su ejército está asesinando impunemente al pueblo palestino a cada hora, a cada minuto, a cada segundo, para beneplácito de su vampiro Netanyahu, siempre sediento de sangre no judía, y que ha encontrado deleite en ver los cadáveres de mujeres, niños y ancianos de Palestina, día tras día.” Eso debió decir Sánchez sin ambages, sin que le temblara la voz.

            Y le agregamos nosotros de nuestra propia cosecha: HOY, MENOS QUE NUNCA, EL JUDÍO TIENE MORAL PARA ACUSAR Y SEÑALAR A LOS NAZIS POR EL GENOCIDIO EN LA DÉCADA DE LOS 40S, PORQUE ELLOS, LOS ISRAELITAS, ESTÁN EN MEDIO DE UNA CRIMINALIDAD SEMEJANTE Y SE MERECEN TODO EL DESPRECIO DEL RESTO DE LA ESPECIE HUMANA. Punto. ¡Bien por el cuidadoso Pedro Sánchez y su argumentación sutil! ¡Muy bien por su comedida franqueza!


 Miss Universe es una Nicaragüense

 

A nosotros no nos vengan con otros argumentos baratos o poco fiables. Porque la designación de la nicaragüense Sheynnis Palacios como “la mujer más bella del Universo”, lo cual es también poco fiable pues hay bellezas femeninas por doquier, de cualquier tamaño, color “y sabor”, porque este nombramiento nos huele más a política, a deseo de los organizadores de “meterle un petardo en la bolsa del pantalón” al dictador Daniel Ortega y que todo lo que vaya a decir esta joven a partir de su nombramiento, le vaya a repercutir como “un gusano en la consciencia” del tiranuelo analfabeto que ha destruido a Nicaragua, a su economía, su sociedad y todo lo que se mueva dentro de sus fronteras.

            El concurso Miss Universo siempre ha actuado de igual manera: elige ganadoras a aquellas mujeres donde los conflictos políticos, raciales, bélicos y religiosos son preponderantes. Por ejemplo, pudieron haber elegido como “la mujer más bella” a una ucraniana en una final apretadísima con una rusa. Esto para sacar de sus casillas a Vladímir Putin y su séquito de genocidas en el Kremlin. O nombrar a una palestina para ver rabiar a Benjamín Netanyahu, el asesino judío que está masacrando a la población de Gaza en estos momentos. O sino a una venezolana en el exilio, para que despotricara contra el dictador Nicolás Maduro; etcétera, etcétera, etcétera. Siempre han actuado así los organizadores de este concurso que sigue llamando las atenciones a nivel mundial, debido a las teletransmisiones vía satélite.

            En el caso de la nicaragüense, si ella se cree la mujer más bella del Universo, de estas galaxias vecinas y lejanas, está equivocada, pues entre sus contrincantes habían mujeres de una increíble belleza, llegadas desde los cinco confines de la Tierra; pero alguien tiene que explicarle cuál deberá ser su papel ahora con respecto a la tiranía que tiene con hambre al pueblo de Nicaragua; que tiene que ser una de las voces más sonoras, más audibles, en contra de la dictadura criminal de Ortega y su horrenda mujer, Rosario Murillo. Si no lo ha entendido, si no sabe para qué la hicieron ganadora contra viento y marea, alguien tiene que decírselo con claridad: “es para que usted comience a señalar las tropelías, los abusos y el sufrimiento al que se ve sometido su pueblo día a día, por los dos dictadores. Para eso fue.”

            Algo parecido sucedió con la chilena Cecilia Bolocco, quien tenía que enfrentarse con la dictadura de Pinochet; pero esta mujer no lo hizo y se dedicó a disfrutar de su triunfo y abrirse camino en otros ámbitos, como la televisión y en amoríos con presidentes de países suramericanos, como el argentino Carlos Menem, con quien terminó casándose. Pero esa fue otra historia que no rindió resultados para los organizadores del certamen, porque la Bolocco estuvo lejos de enfrentarse a la férrea dictadura pinochetista. Es decir, la entonces Miss Universo resultó peor que la pólvora mojada.

            Y la verdad es que este concurso donde se muestran a las damas con poca ropa, mostrando sus encantos físicos, se parece en mucho al Premio Nobel que se otorga en Escandinavia. Y se asemejan en el sentido de que son premiadas aquellas personas en las que la injusticia, los abusos, la criminalidad, la falta de libertades, la cárcel y la deshumanización campean. Por ejemplo, han recibido el Premio Nobel personas de Irán (especialmente el de la Paz), India, China, etcétera. En tiempos de Hitler, éste ordenaba a los galardonados devolver el premio porque les hacía entender que la famosa premiación no era tanto para reconocer el esfuerzo del premiado, sino, a manera de indirecta, era para criticar al régimen de aquella Alemania. Lo mismo sentía Stalin en la Unión Soviética, con ese y otros galardones que se han otorgado a decenas de ciudadanos rusos que se oponían a la dictadura “del proletariado”, como se hacían llamar los comunistas de entonces.

            Lo cierto es que esos premios le daban una estatura gigantesca a quienes los recibían (y reciben en la actualidad), justamente para que se enfrenten allí, en sus respectivos países, contra la injusticia y la canallada de sus tiranuelos. Es una forma, no tan solapada, de llamar la atención de aquellos otros que están despistados sobre lo que acontece en esas naciones, donde sus regímenes desangran, persiguen, asesinan o encarcelan a quienes se les oponen.

            Al dictador nicaragüense, Daniel Ortega, el más analfabeto de cuantos analfabetos pueden existir en el mundo, alguien le ha explicado al oído lo que representa que una ciudadana de su país haya sido nombrada “la mujer más bella del planeta” y es por esa razón que envió ramilletes de rosas a la casa de Sheynnis Palacios, en señal de alegría, satisfacción por su triunfo e hipocresía propia de los dictadores. Pero, en el fondo, él sabe que esa joven, si comienza a criticar a su des-gobierno, a su feroz dictadura del hambre, le puede traer serias consecuencias: ella tiene el pueblo a su favor, ella es a quien admiran; mientras que a Ortega es a quien odian y quieren ver fuera del Palacio de gobierno de una vez y para siempre. Por eso será interesante observar y analizar la manera cómo van a tratar a esta muchacha a partir de su regreso a Nicaragua. Si tienen un ápice de inteligencia, la tratarán como la reina que es; pero si le muestran “los colmillos afilados de la envidia” y del desdén, tal y como hicieron al principio, la joven podría movilizar a las masas con solo un ademán seco en el aire. El dictador deberá encontrar el punto de equilibrio. Que alguien se lo explique.


 Sí Lloro por Vos Argentina

 

Si se acuerdan bien, el estribillo de la famosa canción dice: “No llorés por mí Argentina”, según pide el compositor Webber Andrew Lloyd; pero en este caso particular, a finales del 2023, hay que llorar por este país que no sale de su profunda y horrorosa crisis socio-económica durante décadas. Porque estos males vienen desde antes de la dictadura militar y posiblemente de tiempo mucho más retrospectivo. Y parece que el argentino no tiene ni capacidad, ni voluntad, ni formación economista, para arreglar sus entuertos en el renglón financiero nacional.

            Territorialmente es uno de las naciones más extensas del mundo (no el mejor del mundo como dicen sus habitantes de manera chauvinista y nunca lo ha sido), y pletórica de ventajas naturales, como sus pampas donde criar todo tipo de ganado; sus campos agrícolas donde el trigo, la cebada, el maíz y otros cereales nacen y crecen de manera ubérrima; y en lo que estriba a sus minerales, posee plata, petróleo, níquel y otros yacimientos que, efectiva y realísticamente, podrían convertir a este país en una verdadera potencia. Pero los argentinos prefieren dedicar sus esfuerzos y sus energías a otras actividades poco o nada rentables, pero que les pueden insuflar el orgullo nacional, tales como el futbol, crear ídolos de barro en ese deporte, enaltecerlos artificialmente al subirlos a la categoría de “dioses” y que sus gentes puedan salir del país con tal de convertirse en “internacionales.” Porque un argentino que no es “internacional”, es poco menos que una persona… Así de obtusos son.

            Y dentro de las fronteras de esta nación, si no se nace o por lo menos si no se vive en Buenos Aires, tampoco tiene validez el individuo, porque “no es porteño.” Son estupideces que ellos se las creen y que les depara dignidad, honorabilidad e inflaman sus pobres espíritus con ese orgullo que es reconocido mundialmente y que va de la mano con la agresividad, con la malacrianza, con la explosión en diatribas allí donde crean que es necesario hacer un feo espectáculo; es decir, el argentino se reconoce mundialmente por creerse “el mejor del Universo”, quien posee la más grande arrogancia posible y por sus explosiones de ira y malacrianza, así sea en medio del templo más sagrado donde se encuentre. No respetan a nada ni a nadie, producto de su malformación y cerebros llenos de fantasías que solo ellos son capaces de creérselas.

            Aparte de lo anterior, en estas elecciones entre Javier Milei, el excéntrico que solo barbaridades dice, y Sergio Massa, el actual ministro de Economía del gobierno de Alberto Fernández, el títere de Cristina Kirchner, y quien ha causado gran parte de los desajustes financieros que sufre esta sociedad, no nos queda más que decir: “Sí lloro por vos Argentina.” Porque no hay por quién votar. O se deposita el sufragio por un demente que hoy dice que se va a convertir en judío para quedar bien con la comunidad hebrea que reside en este país y argumenta otras excentricidades más; o se vota por el causante de la aberrada situación económica por la que atraviesa este pueblo. Lo anterior significa que votar por Milei supondría algo así como sacar a un payaso del circo y ponerlo en la silla presidencial, aunque solo sepa decir payasadas y poner las cosas serias, las Instituciones Estatales y al fisco mismo, en manos de un irresponsable, bueno para nada y salido de repente de la misma nada. Y sufragar por Massa, es continuar con la corrupción de la Kirchner, con los 20 años que ha pasado al frente del gobierno, robando, desfalcando, evadiendo a la justicia y llevando a los ciudadanos hacia la miseria. Sergio Massa es sinónimo de impericia, improductividad, deficiencia financiera, corrupción (estaría detrás de él la Kirchner, pues esa mujer no suelta las riendas del poder por ninguna razón); e impunidad para aquellos que tienen que enfrentar a los jueces y que un eventual gobierno de Massa los pondría en el sitial de los inalcanzables para quienes tienen la obligación de encarcelarlos.

            Por todo lo anterior (y más), “sí lloro por vos Argentina.” Porque, cualquiera que resulte vencedor en los comicios de este domingo 19 de noviembre, no es el indicado para sacar a esta nación del lodazal social y económico en el que se encuentra. Uno por estrafalario, por desajustado mental (Milei); y el otro porque ha demostrado su corrupción y su incapacidad desde el Ministerio de Economía (Massa).

            Es precisamente por individuos como esos dos, nada serios, histriónicos, irresponsables, deficientes y deficitarios, que América Latina sigue hundida en el barrizal donde la han llevado sujetos del corte de Petro en Colombia; Evo Morales, en Bolivia; los Kirchner, en Argentina; Allan García y Alejandro Toledo, en Perú; Lula da Silva, en Brasil; Hugo Chávez y Nicolás Maduro, en Venezuela; todos los presidentes mexicanos y la mayoría de los centroamericanos, todos ellos incapaces, burdos corruptos, delincuentes estafadores, ladrones del erario público y demagogos que se dedican solamente a endulzar los oídos de los votantes, a quienes mantienen incultos y analfabetos, justamente para manipularlos mejor y sacar de ellos los réditos electorales que se proponen.

          “Sí lloro por vos Argentina” y es posible que llore mucho más en lo que me resta de existencia.


 Detrás de Cada Corriente Migratoria,

Hay un Dictador que Obliga a

Abandonar el País

Estamos transitando por “la época de la inmigración.” Nunca antes mejor dicho y con tanta precisión. En toda la Tierra se está llevando a cabo este fenómeno, que va de los países pobres y en situación de infra-humanidad, que es el tema central de este editorial, hacia las naciones ricas y de continente a continente.

            Los casos más llamativos y masivos por la cantidad de gentes que se marchan de sus lugares de origen, se presentan de África, atravesando el Mar Mediterráneo, hacia el sur de Europa; de Oriente Próximo, atravesando la Península de Anatolia (Turquía), hacia Grecia y Los Balcanes; y de la América Insular (Haití y Cuba, prioritariamente), atravesando el Tapón del Darién, en Panamá, hacia los Estados Unidos. A esta última “diáspora” se le unen personas de Venezuela, Ecuador, Honduras, El Salvador y Guatemala, junto a la inmensa ola migratoria de mexicanos. Todas esas gentes buscan a los Estados Unidos, considerado poco más que “la tierra prometida” donde podrán ser felices, alcanzar la dignidad perdida en sus naciones de origen y también lograr la riqueza. Una utopía que no deja de ser utopía, porque una vez que se introducen en suelo estadounidense, tienen que cuidarse de no ser detectados por la policía migratoria y ser devueltos al sitio de donde partieron. Es entonces cuando el sueño termina en pesadilla.

            Decíamos que este es un fenómeno de nuestro tiempo, de nuestra época. Los inmigrantes están plenamente identificados, se les conoce por el color de su piel, que oscila entre el moreno caribeño y el negro africano, y también por los matices de sus acentos al hablar en un castellano empobrecido y que denota también el bajo grado de escolaridad de estas personas, aunque en esas “caravanas” viajan también profesionales, quienes lo han perdido todo en sus países natales.

            Lo cierto es que, nunca antes de la llegada del narco-comunismo a Venezuela, para ser más concretos, habíamos observado tal situación: madres con sus pequeños hijos que apenas llegan a los 4 años de edad, con muy pocas pertenencias en sus manos y espaldas, cruzando la peligrosísima e intrincada selva del Darién, que separa a Panamá de Colombia. A poca distancia les siguen sus esposos o compañeros, hermanos y padres, quienes prefieren la larga caminata desde suelo venezolano hasta la valla fronteriza que separa a los Estados Unidos de México. ¡Tales son las penurias en sus naciones, que prefieren dejar sus viviendas y a sus familiares atrás y caminar ese larguísimo y durísimo trayecto por todo el istmo centroamericano y México! Y, ante esas

imágenes que nos empujan a la solidaridad moral y a la conmiseración, se nos presentan dos emociones: la primera en forma de pregunta: ¿Tan horrenda es la realidad que sufren los venezolanos y cubanos dentro de los regímenes narco-comunistas de Díaz-Canel y Nicolás Maduro, que prefieren hacer la extensa caminata en franca huida de su país; tan inaguantable es vivir en Cuba y Venezuela? Y la segunda impresión que tenemos es de carácter psíquico y se refiere directamente a la decisión conjunta e individual que toman esos inmigrantes, a quienes la travesía no les echa hacia atrás, cuando descartan todos los peligros que podrían hallar y sin tomar en cuenta que podría ser estéril dicho esfuerzo, porque no podrían salvar la valla fronteriza estadounidense y no entrar jamás en aquella potencia del norte. Nada les amilana, nada les hace desistir y prefieren la inmensa aventura antes que quedarse a morir lentamente en Venezuela y Cuba.

            Aunque en lo que sí estamos completamente diáfanos, es en el hecho de que dos dictadores, el cubano y el venezolano, con sus pésimas dirigencias gubernamentales, son quienes obligan a porciones importantes de sus pueblos a emigrar de cualquier manera, antes que sufrir las miserias que solo el narco-comunismo puede deparar. Y un rasgo que se desprende de la personalidad de Díaz-Canel y Maduro, nos muestra que para ser dictador hay que ser indiferente, glacial, actuar solo para él mismo y sus leales y no escuchar las lamentaciones de sus ciudadanos que claman por alimento, medicinas, sitios para trabajar y una vida acorde con la dignidad que la naturaleza humana exige, para ser digno de la Creación de Dios. En otras palabras… detrás de cada columna de inmigrantes que recorre gran trecho de América Latina, hay un dictador sanguinario, un déspota que se escuda en su ejército y que solo actúa a su favor y el de sus leales. El resto, si sufre o nó… no es de su incumbencia. Tampoco para aquellos gobernantes de las superpotencias, derrocar a ambos tiranos es de carácter prioritario; no miden que la inmensa cantidad de migrantes que se introducen en los Estados Unidos, podrían desistir en sus intenciones de efectuar ese viaje esquizofrénico, si en sus respectivas naciones hubiera una democracia funcional, con alternabilidad en el poder, oportunidades sociales también funcionales, como el acceso a la escolaridad, al trabajo y a los servicios médicos. Pero nó… a nadie en Europa ni en los Estados Unidos les interesa revertir el acabose de Cuba y Venezuela. Aquello ni pensarlo.

            Tal es la situación actual… tales son los sistemas que obligan a efectuar “la caminata de sus vidas.”


 Que Cada Quien Asuma su Responsabilidad

 

Por el camino que transita Costa Rica, propiamente la sociedad costarricense, dentro de poco tiempo necesitará una determinación radical, fortísima, semejante a la impuesta por Nayib Bukele en El Salvador. Porque en estos momentos, los costarricenses acusan en sus calles y barriadas la pujanza de una delincuencia cada vez más activa y brutal, cuando los jóvenes que apenas despuntan a la vida, ya están habituados al manejo de armas de corto calibre para llevar a cabo actos de sicariato. Y esto acontece en cualquier lugar del país, con predilección en las zonas rurales donde la presencia de la policía es mínima o deficiente. Las regiones del Pacífico Central, el puerto de Puntarenas y la localidad de Barranca; así como en la región del Atlántico, en Matina, Siquirres y Limón centro, son los lugares donde los asesinatos campean y dictan su hegemonía entre las personas sencillas y ahora atemorizadas.

            ¿Qué va a seguir a partir de ello? El aumento, la “sofisticación” de los crímenes y el gobierno de los delincuentes repartidos en clanes, grupúsculos fuertemente armados y la ley “de los sin ley.” Así comenzó El Salvador y continuó durante décadas, protegidos por los sucesivos gobiernos del FSLN y de ARENA, dos agrupaciones corruptas que llegaron a pactar con los delincuentes de “las maras” por millones de dólares que resultan alucinantes para cualquier lector un tanto despistado en este tema. En el pequeño país centroamericano se llegó incluso a un co-gobierno de los gamberros junto a los politicastros de turno que habitaban el Palacio Estatal. Simplemente El Salvador se tornó, paulatinamente a veces y velozmente en otras, en un territorio propiedad de los delincuentes y en una de las naciones más inseguras del mundo, disputándose el primer lugar con Venezuela, Haití y Honduras. Triste realidad para un país que fue de gente extraordinariamente trabajadora y productiva, antes de la cruenta guerra civil que los comunistas llevaron a sus entrañas.

            Y Costa Rica acusa muchos de esos rasgos. Por ejemplo, los crímenes por cobranza de drogas, por préstamos de dinero (el llamado “gota a gota”) y por otras razones igualmente deprimentes. En estos momentos por los que transitamos, los costarricenses normales y sencillos, prefieren encerrarse en sus casas, antes que arriesgar sus vidas en las calles de sus ciudades, una noche cualquiera. Es muy probable que siga el cobro “de peaje” a peatones y choferes de autobuses, para permitirles entrar a ciertos barrios; el secuestro a gran escala (aunque ocasional y aisladamente se han dado); las violaciones de mujeres, el rapto de niños para vender sus órganos en el exterior y otros delitos que “apenas asoman sus cabezas” en la realidad de esta otra nación de América Central.

            ¿Pero por qué se están dando estas situaciones? Primeramente, que cada quien, cada organismo, cada gobierno, asuma su tracto de responsabilidad en el incremento de la criminalidad, partiendo del Ministerio de Educación, con sus programas aburridos, obsoletos, sus pésimos profesores mal formados o con una malformación intelectual que arrastran desde sus casas; los horarios extenuantes que comienzan a las 7 de cada mañana y se extienden hasta las 4 de la tarde de todos los días, como si los colegios y escuelas fueran internados. Y la verdad es que se enseña muy poco o nada en sus salones de clase. Por eso los jóvenes prefieren desertar y encuentran más emoción, mayor aventura y un aprendizaje vertiginoso en las calles, dentro del submundo de la delincuencia. Básico en sus vidas también son sus hogares que, en la mayoría de los casos, las madres son los ejes de cada seudo-familia y tienen que trabajar. Ese tiempo en soledad de los hijos, lo utilizan en lo peor imaginable, especialmente en delinquir.

            A lo anterior hay que añadirle la llegada de muchos extranjeros, expresamente suramericanos y mexicanos, habituados al asesinato, la extorsión, las pandillas, la pornografía y la drogadicción. Por ejemplo, en Costa Rica, en los últimos años han llegado cientos de colombianos y venezolanos con no muy buenas intenciones, quienes se aprovechan de la indiferencia y natural pasividad del costarricense para hacer lo que les viene en gana, dentro del mundillo de los instintos más bajos.

            Por otra parte, “los peldaños” para subir a buenos puestos de trabajo, son cada vez más altos y complicados: hay que hablar inglés, hay que tener facilidad de palabra, licenciatura mínimo en esto, aquello o lo otro. Es por eso que los jóvenes se abstienen de competir y esos puestos se quedan únicamente en manos de los pequeños burgueses o la clase alta de la sociedad. Quienes no tuvieron acceso, que se dediquen “a lo que las calles les ofrecen” y ya sabemos qué es lo que ofrecen esas calles frías, duras y manchadas de sangre.

            Sin dárnosla de profetas, pronto en Costa Rica hará falta un hombre con las hormonas de Bukele en El Salvador, pero la pregunta que se desprende es: ¿Existirá algún costarricense con parecidas agallas al presidente salvadoreño, que limpió del lumpen a su país natal? Lo dudamos, cuando, en su defecto, critican acremente al mandatario cuscatleco. Es muy probable que no lo dejen nacer siquiera y mucho menos subir al poder.

         Que cada quien asuma su culpa de este acabose. Comencemos por ahí.


 Los Judíos y el Eterno Papel de Perseguidos, Masacrados y “Hervidos en Aceite

 

La historia está ahí, para ser leída y analizada por quienes desean hacerlo. No somos “revisionistas” (que es lo mismo que negacionistas). En principio porque las evidencias están allí, son demasiado claras y contundentes. Los edificios de los campos de concentración nazis se pueden visitar a lo largo y ancho de Europa, especialmente en la sufrida Polonia. Pero lo que no nos parece es estar sacando rédito tras rédito a lo largo del tiempo, con base en los asesinatos o en la política criminal de Hitler y los suyos. Repetimos: para quienes quieran enterarse en profundidad, ahí están los libros de historia, debidamente ilustrados y documentados. Millones de judíos y no judíos, han escrito profusamente acerca de los que ellos llaman “holocausto”, un término que han logrado meter en las cabezas de la mayoría de los seres humanos, como parte de sus intenciones por ganar lástima, conmiseración y muchísima, pero muchísima admiración. Porque a raíz de ese sufrimiento traído del recuerdo una y mil veces más, los judíos han conseguido hacerse más populares de lo que ya lo eran, gracias a la propaganda que ellos mismos se hicieron al redactar el antiguo testamento de la Biblia y al colocarse ellos mismos en el impresionante sitial de “pueblo escogido por Dios.” Y han logrado esa gran admiración de parte de la comunidad mundial, decíamos, porque las imágenes de personas entrando en las cámaras de gas de los nazis, de las detenciones arbitrarias en las calles de las ciudades europeas y las golpizas propinadas por los mismos nazis, han hecho a los judíos “dignos de admiración”, precisamente porque el hombre común, sin mucho asidero en su cerebro desde el punto de vista intelectual, le impresionan aquellos otros que han sufrido atropellos. Nos parece bien. Ese sentimiento de solidaridad y sensibilidad habla bien de los corazones de los otros congéneres. Pero lo que está mal es utilizar el asesinato masivo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial, para vanagloriarse, para hacer sentir su peso como pueblo y raza, o para engatusar mayormente a gran parte de la especie humana, tal y como lo han logrado.

            Y esa “figura doliente del pueblo hebreo” tiene dos aristas: una a favor de los asesinados (los judíos) y otra en contra del pueblo alemán, los perpetradores de dichos asesinatos; aunque estos últimos han visto regenerarse las generaciones (valga la redundancia) y los alemanes nacidos en los mismos 1944/45, no tuvieron nada que ver con el sufrimiento de los judíos. ¿O nos equivocamos? Por supuesto que estamos en lo cierto. Porque aquellos alemanes que trabajaron en el genocidio, o están muy ancianos o la mayoría ya han muerto, producto del mismo avance de sus edades y de la cronoscopia (la medida del tiempo).

            Y a medida que la gran mayoría ve a los judíos con admiración y  conmiseración, los judíos mismos se dedican a estudiar fuerte, a sacar sus profesiones (porque sus deseos son escalar y escalar puestos gubernamentales y gerenciales en aras de alcanzar el dinero en grandes sumas y el dominio mundial que tienen entre manos y en sus mentes); hacer negocios superlativos que les beneficien económicamente y mantener homogénea su raza, su sangre, sus tradiciones, su religión (seudo-atea, con un Dios que solo tiene ojos para los hebreos y les permite cualquier tropelía que se les ocurra), y, últimamente, masacrar a sus enemigos sin importarle la sangre que derramen, si es de niños, mujeres u otros inocentes, pues ellos consideran, los israelitas, que, en razón de los que los nazis les hicieron sufrir, ahora todo les está permitido en la actualidad, en especial contra los musulmanes y concretamente contra los palestinos.

            Según nuestro modo de ver las cosas, los judíos son tan iguales como usted y nosotros. Por supuesto que tienen diferencias en sus conductas y estilo de vida, pero, aparte de ello, su voracidad por la riqueza material (el dinero) y el poder, es tan característica en un australiano, como en un estadounidense o un venezolano (por ejemplo, los cubanos son extraordinariamente ambiciosos y está bien, mientras no perjudiquen a otros semejantes). Es decir, “las peculariedades” del pueblo judío no son tan peculiares, sino, más bien, son rasgos propios de la especie humana y de todas las razas y todas las nacionalidades.

            Retornando al tema central de este comentario, por supuesto que nos solidarizamos con el sufrimiento de los viejos hebreos que fueron “cocinados” en los hornos de los campos de concentración en Polonia; pero no estamos dispuestos, que con base en esa horrenda historia, nos vengan a manipular hoy, mañana y siempre, para que les admiremos sin justificación alguna. Nosotros admiramos a los científicos de la carrera espacial, a los turcos que inventaron la vacuna contra el Covid chino, a la Madre Teresa de Calcuta, a Juan Pablo II, libertador de los pueblos sojuzgados por la opresión soviética (a propósito, Lénin, Trotsky y Marx eran judíos confesos); y a tantos seres humanos que han hecho más bello a este mundo y han contribuido con el beneficio de nuestra especie. Empero, admirar a un pueblo que sufrió, solo por ese hecho, y peor aún… admitirle, tolerarle su criminalidad contra los palestinos, a quienes ayer bombardeó y hoy los ha vuelto a bombardear, mientras están hacinados en la Franja de Gaza, eso nunca lo van a lograr los judíos de nosotros. Tampoco aceptamos la indescriptible hiper-fábula de que son “los elegidos de Dios” y Moisés partió en dos al Mar Rojo y demás tonterías de ese corte.

          A cada cual lo suyo, que así funcionan las cosas en este mundo.


 El Rápido Avance de la Delincuencia en Costa Rica

Posiblemente por la innata pasividad del costarricense, quien no ha terminado de creer todavía lo que está sucediendo con la sociedad a la que pertenece, no ha buscado soluciones al vertiginoso avance de la delincuencia que todos los días del año arremete contra las personas a balazos, por medio de un sicariato que, evidentemente, está en ciernes, pero que asesina sin compasión al fin y al cabo.

            Las partes sociales y las partes gubernamentales (con la policía incluida), no han tomado “al toro por los cuernos”, al problema visceral e intrincado por el que está pasando el país entero, ya que se asesina en todos sus puntos cardinales y no ha puesto en práctica medidas tendientes a restablecer la tranquilidad en pueblos y ciudades. Un día aparece un  adolescente masacrado a tiros y al otro día es una mujer que estaba tomando unos tragos en un bar, a quien llamaron por celular y al salir, la acribillaron, dejándola irreconocible por la ráfaga salida del fusil Ak-47.

            Por Costa Rica se trasiegan diariamente decenas de rifles de asalto, traídos a América Central en la década de los 80s por los vándalos nicaragüenses que se hacían llamar a ellos mismos “guerrilleros” y que luchaban por detentar el poder. Esas armas eran suministradas por la Cuba de Fidel Castro y por la Unión Soviética y que al terminar el conflicto en Nicaragua, cuando su dictador Ortega se perpetuó en el gobierno, comenzaron a ser vendidas y trasegadas entre la delincuencia del istmo; por esa razón las encontramos en “las maras” de El Salvador, Guatemala y Honduras y ahora en Costa Rica. Esa es la explicación del apertrechamiento de los delincuentes en la actualidad, en suelo costarricense.

            Por otra parte, la cercanía con Colombia, país siempre inmerso en conflictos internos, permeado por el narcotráfico y la guerrilla de izquierdas, hizo que los “maestros” del crimen viajaran con regularidad a Costa Rica para ejecutar a sus víctimas primero y después, enseñar a los costarricenses a manejar las armas y que se encargaran directamente de sus propios asesinatos por encargo. Sin embargo, ese aprendizaje todavía está en desarrollo, debido a que, después de cada ajusticiamiento en las calles de las ciudades, se demuestra que las técnicas utilizadas son rudimentarias y el nerviosismo todavía se impone a la sangre fría. Por ejemplo, tras haberle disparado a dos oficiales de INTERPOL, hace pocas fechas atrás, los individuos no pudieron encender la motocicleta en la que viajaban, la dejaron abandonada y se dieron a la fuga a pie, en plena carrera hacia cualquier sitio. A los pocos minutos, quien disparó el arma fue aprehendido con relativa facilidad por los patrulleros que se apersonaron en el lugar de la refriega. Les hace falta “ese colmillo” que solo es característico de los expertos en la mafia italiana, neoyorquina, rusa o colombiana. No obstante, “el camino está señalado” y hacia el

perfeccionamiento se dirigen, muy a pesar de las autoridades uniformadas que se comportan también como inexpertos en el sensible tema de la seguridad ciudadana. Partiendo de la base que no tienen el armamento propicio para enfrentarse a su contraparte en el mundo del crimen y tampoco el adiestramiento necesario e imprescindible.  

            En todo caso, consecuencia de lo anterior, la población siente miedo. Apenas las sombras de la noche toman las rutas, las avenidas, caminos, los edificios y los barrios, las personas normales y decentes aseguran las puertas frontales de sus casas y se niegan a salir de ellas, hasta el nuevo día.

            Los expertos consultados en paneles de radio y televisión, han llegado a los puntos confluentes que dicen que la situación va a empeorar, tal como sucedió en El Salvador, un país que apenas está saliendo del “secuestro total y absoluto” al que lo sometieron “las maras” y que contaron con la complicidad de los gobiernos de turno de ambas extremos, la derecha y la izquierda, cuyos dirigentes pactaban con “los mareros” para obtener ganancias económicas también, en un contubernio vulgar y lleno de bajeza de parte de quienes tenían en sus manos la tarea de administrar al país. Y es muy posible que Costa Rica se enrumbe hacia esas mismas situaciones, cuando “los mareros” pedían pago a los conductores de autos y buses para poder ingresar a los barrios, cuando secuestraban, violaban jovencitas, sacaban los órganos internos a las personas y los vendían a los israelitas, quienes son los máximos compradores en ese mercado siniestro en el que están inmersos.

            Costa Rica presenta, en la actualidad, todos esos síntomas que podrían agravarse e intensificarse en pocos años adelante, más aún cuando sus políticos, avocados solamente a la política de poco cuño, no pueden observar más allá de sus propias narices, ni vislumbrar el mal que se avecina. Lo cierto es que la delincuencia que ha hecho del crimen, del asesinato, una práctica constante y diaria, buscará diversificarse en sus actividades y con ello darle nuevos matices a la maldad en beneficio de las bandas a las que pertenecen y en perjuicio de la población atemorizada que no sale de la impresión por las muertes diarias.

            El costarricense, antes famoso por su pacifismo, ahora trasiega droga, órganos humanos, asesina en las calles, amenaza y extorsiona, en un avance a otros estadios superiores donde la muerte se enseñorea y gobierna. Hay pasividad, incredulidad y lentitud en las autoridades, a pesar de que conocen perfectamente la realidad que las circunda…


 Imágenes Impactantes de los Inmigrantes hacia los Estados Unidos

Solo imaginemos que estamos en un barrio de Caracas, la Capital de Venezuela. Arriba, un gobierno tiránico, que alcanza riqueza económica superlativa, gracias a la actividad del narcotráfico, el trasiego y la venta de cocaína sembrada en Bolivia y procesada en laboratorios clandestinos en las selvas colombianas. La dictadura de Nicolás Maduro y el régimen comunista implantado por el coronel de pacotilla, Hugo Chávez Frías, son los principales socios de los cárteles de la droga colombianos; incluso, en el seno de la dictadura venezolana, existe el cártel de Los Soles, cuya cabeza es el propio Maduro y su círculo más allegado gravita alrededor suyo y se encarga de la logística para trasegar la droga.

            Abajo, entre los vecinos de ese barrio que estamos imaginando, pero que existe en la realidad, persiste la miseria, el hambre, la falta de fuentes de trabajo, la coacción a las libertades individuales, el encarcelamiento arbitrario por cualquier motivo que a la dictadura le parezca y la persecución por razones ideológicas, ello es lo que prevalece diariamente y hace a esos mismos habitantes tomar la decisión de sus vidas: como en Venezuela no hay oportunidad de nada y para nadie, lo mejor es emigrar a pie, cruzando un gran trecho de América Latina (toda Centroamérica y México), e intentar ingresar a los Estados Unidos ilegalmente, para conseguir trabajo y con él, una vida digna.

            Todo comienza con una decisión en firme. Hay que escoger entre el hambre que hay en Venezuela, que es culpa de sus narco-gobernantes y de nadie más; o caminar hasta la frontera sur estadounidense. De todas maneras es lo mismo morir en Venezuela que morir en el trayecto; pero, por lo menos en el segundo aspecto, quedará la ilusión intacta por alcanzar un futuro promisorio y la valentía de haber abandonado la patria para resolver la vida propia y la de la familia entera. Hay quienes juntan unos cuantos dólares que talvez les han enviado familiares que viven en USA; pero hay otros que han tomado el sendero, el largo camino, sin un solo centavo en los bolsillos. Vivirán de la caridad ajena a lo largo de la caminata.

            Hay documentales filmados por distintas televisoras de América Latina, donde se ve a los venezolanos marcharse de madrugada, con el frío circundante, rumbo a la frontera con Colombia. Unos viajan en autobuses y otros han comenzado el periplo a pie. La policía y el ejército bolivariano observan las largas columnas de ciudadanos que bajan sus rostros enfadados y frustrados con esas autoridades, pero no les dicen nada, no los detienen, les importa un bledo si se marchan. Es más… algunos gendarmes esbozan sonrisas socarronas de burla hacia aquellos miserables dispuestos a dejarse las vidas entre las selvas, los asaltantes, los violadores o caer del techo de los vagones del tren apodado “la bestia”, al que se subirán una vez lleguen a México. A los gendarmes y soldados de pacotilla venezolanos no les importan las vidas de sus compatriotas, de esos que han decidido marcharse, porque ellos, los uniformados, tienen garantizados el pan de cada día, los salarios y la protección del narco-Estado dictatorial. De tal manera, los dejan partir y hay quienes, con todo el cinismo del que son capaces, levantan sus brazos en señal de despedida.

            En las columnas de venezolanos van mujeres (muchas de ellas en estado de embarazo avanzado), ancianas, niños muy pequeños en brazos de sus madres, otros, que apenas han aprendido a caminar, van detrás de sus progenitores; viajan muchos jóvenes, hombres maduros, de edad avanzada, casados, solitarios, solteros, hermanos, primos… toda la sociedad venezolana va representada en esas gentes. Muchos son médicos que, antes de que Hugo Chávez llegara al poder, eran eminentes profesionales en los hospitales y clínicas venezolanas; otros son ingenieros, arquitectos, muchachas ex modelos de pasarela y comerciales de televisión, actores de teatro… ¡De cualquier profesión es posible hallar en esas columnas de inmigrantes!

            Antes de internarse en la mortal selva del Darién, en Panamá, donde la carretera Interamericana se pierde entre las raíces de los gigantescos árboles, deben subir a lanchas en territorio colombiano y arribar a un pequeño atracadero donde se puede observar el comienzo de la profunda y aterradora zona selvática. Se internan. Los niños muy pequeños, que no entienden adónde los llevan sus padres, solo siguen a sus mayores, algunos van descalzos, pues hace meses no les han podido comprar calzado en Venezuela, donde todo escasea, en especial para las gentes pobres; es decir, la inmensa mayoría del pueblo. Esa imagen de los pequeños es impactante. Muchos caerán enfermos, otros morirán picados por zancudos palúdicos o de inanición o deshidratación. Los que tienen suerte, alguno de los médicos que van en la columna, les habrán salvado de la muerte a duras penas.

            Una vez superado el llamado “Tapón del Darién”, se arremolinan en pueblitos y ciudades panameñas o de Costa Rica, para pedir limosna; y son víctimas del desprecio de los habitantes, quienes los observan como si fuesen estorbos en sus calles y aceras. Impacta observar a las madres sentadas con sus pequeños en los regazos, mientras sus compañeros extienden sus manos solicitando una moneda o algún pedazo de pan para engañar al estómago con algo de alimento. Todo es culpa del maldito Hugo Chávez y su régimen de miseria; y ahora, de Nicolás Maduro y la continuidad de esa dictadura. Los tiranos viven semejantes a caciques forrados en oro, mientras el pueblo tiene que huir y en medio del hambre, el dolor y la muerte. Es el signo impactante de los tiempos en muchas regiones del planeta.

 


 Cuando la Ambición es Superior a la Voluntad y a la Inteligencia

 

Dentro de la panorámica que nos ofrece la Tierra, este planeta profundamente herido de muerte por los abusos y la criminalidad del mismo ser humano que lo ha estado destruyendo desde hace décadas atrás hasta el presente, podemos observar huracanes, riadas, inundaciones, maremotos, tsunamis y demás fenómenos que son característicos del transcurso del presente nuevo milenio. El planeta está respondiendo a los deseos del hombre, quien lo quiso destruir y lo hubo conseguido a medias, aunque el trecho recorrido en esa destrucción ha sido importante, lo suficiente para causarle daño casi irreparable a la naturaleza. ¿Y de qué manera ha respondido nuestro mundo a esa violencia destructiva del ser humano? Con los fenómenos a gran escala que hemos visto y experimentado en múltiples casos, con los diluvios que antes eran lluvias moderadas y con los huracanes que arrancan los techos de las viviendas y dejan a la intemperie y la mayor desolación a familias enteras, entre otras catástrofes que estamos presenciando en la actualidad.

            Propiamente en Costa Rica, el pequeño país centroamericano donde la estación lluviosa era, desde siempre, muy copiosa, con el cambio climático desatado por la acción criminal del hombre, aquellas lluvias moderadas e inofensivas, que eran bendecidas más bien por los campesinos porque beneficiaban a sus cultivos agrícolas, ahora causan destrucción por doquier, tanto en las grandes ciudades, en las grandes concentraciones urbanas como en las zonas rurales, arrasando con los cultivos, con los caminos vecinales, las viviendas y arrastrando animales y personas con las corrientes impresionantes de los ríos, mismos que en las épocas de sequía son riachuelos insignificantes, imposibles de creer que en el invierno tropical se transformen tal y como lo hacen, quitando vidas y propiedades materiales a los habitantes de esas regiones.

            En la Capital costarricense, San José, en algunos cantones y barrios como Aserrí, Acosta, Desamparados, San Rafael Abajo y Alajuelita, entre otros, los desastres se dan cada vez que ocurren los aguaceros, especialmente en los meses de septiembre y octubre, que son los más lluviosos de todo el año, destruyendo con el lodo y la acción de las riadas que destruyen las calles, las viviendas, las pertenencias de las personas, los automóviles, animales domésticos y todo lo que se encuentran a su paso. El origen de estos desastres que ocurren año con año, repetimos, es por la acción irresponsable del hombre, subrayamos. Y, aparte de ello, los gobiernos locales, las Municipalidades, que reciben millones y millones de colones (moneda nacional), del gobierno central, para que ejecuten obras en beneficio de las comunidades, incurren en el gravísimo error de lo lastrar los ríos, no entubarlos ahí donde se deban entubar, no construyen muros sólidos de gran grosor para contener la acción de los ríos y tampoco limpian de basura los desagües que están a la vera de los caminos, calles, carreteras y demás vías para el tránsito. Todos los años, en los mismos meses, las catástrofes se presentan en perjuicio de las gentes que viven en esos

cantones capitalinos y los responsables de evitar en gran parte esas situaciones, simplemente no dan sus caras a los periodistas y mucho menos a los afectados que conforman la población civil.

            En días recientes, mientras los vecinos limpiaban el lodo y sacaban el agua del interior de sus casas anegadas y se quejaban tristemente por la destrucción de sus electrodomésticos y otras pertenencias, una periodista que trabaja para un canal de televisión, entrevistó a un alto empleado de la Municipalidad del cantón de Desamparados e insistió en la inacción de esa misma Municipalidad en relación con un puente que el agua del río botó de sus bases y lo dejó inservible. “¿Por qué si ustedes sabían, en la Municipalidad, que el río iba a destruir ese puente, no hicieron nada por evitarlo? Ahora los habitantes de esta comunidad tienen que recorrer más de tres kilómetros a pie, para llegar a sus trabajos, centros de estudio, clínicas y hospitales, porque el puente ya no existe, fue arrancado por la corriente del río. Tampoco construyeron el muro de contención para que el agua no se metiera en las calles y casas. ¿Por qué si ustedes sabían que todo eso ya había ocurrido en años anteriores y podía volver a pasar, tal y como ocurrió ahora, no hicieron nada?” Exigió la comunicadora para que le explicaran a la comunidad afectada. Y el tipo, representante del gobierno local, con una voz tímida, nada viril y mucho menos convincente, se dedicó a decir una y otra vez que se estaban haciendo estudios, que la gente de la Municipalidad había tomado nota de los destrozos y que estaba reunida para estudiar el caso. Y lo reiteró incansablemente, obviando la pregunta insistente de la periodista. Daba pena escuchar y ver a aquel mamarracho que ocupa un puesto importante en una Municipalidad que no funciona y en la que sus funcionarios ganan jugosos salarios y dietas.

            Además de no tener respuestas ante la tragedia, fue evidente ver que el fulano en cuestión no tiene ni lo básico, intelectualmente, para ocupar un puesto de dirección comunitaria; es un individuo sin capacidad alguna y mucho menos para resolver, de tajo, los profundos problemas que afectan a los ciudadanos de su cantón. Pero, sin duda alguna, es poseedor de una gran ambición (por eso optó por ser elegido para ese puesto); es evidente que persiguió el renombre, ser mencionado por sus amigos y familiares como un ocupante de una curul municipal, algo de lo cual vanagloriarse el resto de su vida. Pero, también es muy evidente, no tiene ni inteligencia ni voluntad para resolver, o por lo menos… paliar el dolor, dentro de la tragedia, que afecta a los pobladores. Desgraciadamente, casi ninguno hace acto de consciencia, se confronta consigo mismo y se dice verdades como: “yo no sirvo para eso y mejor que lo ejecute otro.” Pero nó, no hay honestidad, porque lo único que quiso el individuo fue ser munícipe, aunque la capacidad no la tuviera para nada.


Nada de Opacidad…

Por el Contrario:  Mucho Trabajo

Lo escribió en su primer libro autobiográfico: “Francia ama a sus artistas, los cuida; pero España los despedaza.” Nadie mejor que Julio iglesias, un hombre al que el mundo entero es incapaz de guardar secretos, porque es un hombre de mundo precisamente, internacional y viajero impenitente, para haber dicho lo anterior y ser conocedor de lo anterior. Vaya como de una crónica publicada en el diario español El País, en la que el periodista afirma que la fortuna de Julio Iglesias no es honesta, no es honrada, que la mantiene detrás de un velo de misterio en paraísos fiscales. Punto.

            El tipo es un imbécil, alguien que quiso darle “peso” a su trabajo escrito para que hablen de él. Porque lo peor para un comunicador de la prensa es que nadie se refiera a sus artículos y que pasen las páginas cuando aparecen bajo su firma. Es lo peor que le puede pasar a un periodista. Nosotros que hemos seguido la carrera artística de Iglesias desde 1968, año cuando comenzó, sabemos de su increíble y continuado esfuerzo laboral en pro de su carrera. Incluso desoyó a su primera esposa, la filipina Isabel Presley, quien, apresurada porque el éxito de Julio no llegaba raudo y veloz, le criticó y le demandó en su papel de esposa porque ejerciera su carrera de abogado, en lugar de andar de aquí para allá tratando de conseguir contratos para actuar. Al final, ella se cansó, lo acusó de infidelidad (¡vaya novedad en las mujeres!), y se divorciaron. Pero el cantante creyó en él mismo, en su capacidad, lo mismo su primer manager, Alfredo Fraile, quien falleció recientemente por causa del Covid llegado desde China.

            Lo asombroso en Iglesias es que, a pesar de su entereza, de su trabajo fortísimo, en el que no solo grabó sus temas musicales en castellano sino también en alemán, inglés, francés, portugués, italiano, japonés, etcétera, se fundamenta en que no descuidó a su familia. Siempre estuvo pendiente de la educación y la salud de sus tres primeros hijos (Cháveli, Julio José y Enrique), de su madre, doña Rosario y de su amadísimo padre, el Dr. Julio Iglesias Puga. Aparte de ellos, todos sus músicos, fieles hasta el cansancio, terminaron pensionados y ganaron muy bien a lo largo de sus vidas al lado del cantante. Por lo tanto, nada de opacidad de su dinero, de su fortuna, que ha sido bien ganada gracias a extenuantes giras mundiales, poniendo en alto el nombre de España, como no han sido capaces de hacerlo sus detractores, esos mismos que escriben crónicas inmorales y de bajísima calidad en los periódicos y revistas españolas.

            De hecho, nunca, nunca, nunca, Julio Iglesias ha tenido un problema con hacienda por el no pago de sus impuestos dentro de España y allí donde fuera necesario pagarlos. En una ocasión, en Argentina, y en relación con su hacienda de ganado llamada “Momentos”, los argentinos le exigieron el  pago anual de sus impuestos y un día antes de que la hacienda de aquel país procediera a embargar el sitio, los asesores de Iglesias depositaron el dinero, “hasta el último peso” por el que ladraban los argentinos, siempre problemáticos, embobados y fatuos. Pocos meses después, Julio ordenó la venta de su propiedad con más de 8,000 cabezas de ganado.

            Muchos años posteriores, se asoció en República Dominicana con el no menos famoso Oscar de la Renta y se hizo co-propietario de hoteles y otras propiedades. Una unión financiera clara, prístina, evidente ante las miradas de todos. Nada de opacidad, como cita movido por la envidia el periodista de El País. La sonrisa y la tranquilidad con las que acompaña Julio Iglesias sus actividades financieras, revelan que todo lo que ha hecho y hace es esencialmente honesto y honrado. De esos somos garantes, porque hemos seguido su carrera, su vida personal y sus inversiones, a lo largo del tiempo, desde 1972, año cuando le vimos por vez primera cantando en la televisión internacional.

            Lo que sucede con muchos triunfadores, según es el caso de Julio Iglesias en España y de Franz Beckenbauer, en Alemania, para citar otro ejemplo que tuvo gran resonancia en la prensa, se fundamenta en la acuciosidad, en el morbo de ciertos periodistas venidos a menos, quienes no pueden entender ni tolerar que haya personas exitosas, realmente triunfadoras en el mundo y buscan afanosamente la manera de hacerles caer o por lo menos, “ensuciarlos” mediante crónicas mal intencionadas y por supuesto, con base en la mentira, la suposición o como bien acentúa Julio… “en la especulación.” Y parece que la persona triunfadora tiene que convivir con esa clase de alimañas, diestras en tergiversar lo que no se debe ni se puede tergiversar; o sea, el éxito de los demás.

            A esa clase de gentuza que labora en los medios de comunicación, Julio Iglesias contesta con el silencio, quizás porque no les presta atención a sus necedades o talvez porque con una sola expresión verbal podría desarmar sus canalladas; es decir, diciéndoles: “aquí están mis reportes financieros, el origen de mis ganancias monetarias y los Bancos donde tengo depositado mi dinero. ¡Investiguen! ¡Levanten sus culos de sus asientos y vayan a cerciorarse con la verdad!”

            Porque en el caso de este caballero triunfador, todo está a la vista: lo humano y lo divino, lo espiritual y lo material y solo quienes le conocemos podemos corroborarlo; y en el caso de Iglesias, nada hay de opacidad y, por el contrario, mucho de esfuerzo laboral y visión empresarial. Punto.


 El Llamativo Detalle del Suicidio de Salvador Allende con el Arma

que le Regaló Fidel Castro

 

Los historiadores que tratan el tema del golpe de Estado en Chile, de septiembre de 1973, mencionan el hecho del arma de fuego que llevaba Allende la mañana cuando se dirigía al Palacio de La Moneda y que no era otra que aquella AK-47 que Fidel Castro le regaló durante su visita de poco menos de un mes a Chile. Pero ni los historiadores, los biógrafos ni los especialistas en psicología se detienen un poco para analizar aquel letal artefacto del que no se desprendió Salvador Allende mientras duró el ataque a la Casa de Gobierno. Parecía obsesionado con aquel aparato mortal que “un amigo no debe regalar nunca a otro amigo, si es que en verdad lo aprecia.” Pero Fidel Castro, con su mentalidad criminal, no podía obsequiar otra cosa que no fuera un arma de fuego y eso hizo precisamente con Allende.

            Desde el momento cuando salió de su casa en Tomás Moro, hasta que llegó en su auto particular a La Moneda, se hizo acompañar con el arma y no la soltó hasta que se disparó una ráfaga en el mentón y se quitó la vida, en una determinación más teatral, “para la posteridad”, muy posiblemente imitando a Hitler en el bunker bajo la Cancillería en Berlín, en 1945, cuando se disparó con su revolver en el cielo de la boca. Es muy evidente que Allende quiso hacer algo parecido al Führer de los alemanes. La imaginación no le dio al pobre Allende para intentar un suicidio más original, porque el sujeto no tenía la capacidad ni para matarse de una manera diferente.

            Pero el arma se convirtió para el ex presidente marxista chileno en algo más importante que un bolígrafo o un pañuelo blanco, el cual blandir para mostrarle a los soldados que asediaban al Palacio gubernamental, que se iba a rendir; sin embargo aquella AK-47 de fabricación soviética –no podía ser de otra manera-, tiene un significado oculto, simbólico y psicológico que se antoja digno de ser estudiado. Para empezar, recordemos que Fidel Castro, el sanguinario tirano de Cuba, visitó Chile, a su amigo Allende, en 1971, del 10 de noviembre al 4 de diciembre, un poco más de tres semanas coexistiendo entre los chilenos y causando resquemores, tensiones y suspicacias en este pueblo, principalmente en las clases media y alta de la sociedad. Fue tan tedioso observar (y soportar a Castro), que se comenzó a divulgar que ambos individuos cogobernaban al país, debido también a la extensa estadía del cubano en Chile.

            Y aquí viene el asunto psicológico de fondo: la visita del carnicero cubano se produjo cuando Allende gozaba del respeto, la admiración y las buenas expectativas de los chilenos; se produjo en un tiempo agradable, de total sintonía entre el gobernante y su pueblo. Y el tirano comunista de Las Antillas realizó un recorrido, un periplo de norte a sur, comenzando en Iquique, siguiendo por Antofagasta, Valparaíso, Rancagua, Santiago (la Capital), continuando rumbo a Concepción, Puerto Montt, hasta arribar a la sureña Punta Arenas. Es decir, los chilenos le dieron a Castro lo que tanto le gustaba en cada región y ciudad donde llegó: “un auténtico baño de masas” al dictador que se le enfrentó a los “gringos” sin ningún temor durante la crisis de los misiles y que John F. Kennedy resolvió con un bloqueo naval a la isla de Cuba. Pero retornemos al tema de Allende y el fusil que le regaló Castro… El obsequio se hizo en tiempos agradables, de armonía, en los que parecía que el marxismo del gobierno allendista iba por buen camino e iba a anclar en el alma y la realidad de Chile de manera definitiva y permanente. Es muy probable que, en el momento de crisis más intricada y de manera inconsciente, Salvador Allende se aferró a aquella arma de manera nostálgica, deseando retornar a aquel tiempo de felicidad junto a su amigo cubano, quien, en lo peor del gobernante chileno, no acudió en su ayuda y tampoco lo hicieron los soviéticos. Porque Allende murió en la mayor soledad, solo acompañado por su médico de cabecera, quien no tuvo tiempo de convencerle para que no se disparara al mentón, pues lo hizo repentina y súbitamente.

            Hay condenados a muerte, cuando los jueces están a punto de dictar la sentencia, que acarician sus anillos de matrimonio; o aquellos moribundos terminales que sostienen en sus manos el pañuelo de su madre o una prensa del cabello de una hija. Es decir, se aferran nostálgicos o de la misma manera como lo hace un náufrago a una tabla en altamar durante un naufragio, creyendo que aquellos objetos los salvarán de la muerte. Salvador Allende se disparó con el arma que le regaló su amigo Fidel Castro, del mismo modo como se ahorca aquel individuo con el cinturón de su novia o de su amada esposa. Son recursos psíquicos que las mentes en crisis exigen, en un afanoso deseo por reencontrar los momentos felices del pasado.

            Llama también la atención, como esbozamos escuetamente en este mismo comentario editorial, que Fidel Castro le regalara un fusil de asalto a su amigo chileno. Un regalo –lo mismo que un puñal o un revólver-, que ninguna persona cuerda y en sus cinco sentidos sería capaz de obsequiar; pero Fidel Castro era así, un asesino compulsivo al que le encantaban los sonidos de los disparos, que había fusilado a decenas de inocentes en la Sierra Maestra en su camino hacia La Habana, en compañía de su hermano Raúl y el no menos criminal Ernesto che Guevara. Pero en el caso singular de Allende, aferrarse a aquel fusil de asalto no le salvó de su intención de suicidarse, no le salvó de la aguda crisis socio-política-financiera que él mismo creó con su pésimo gobierno de corte marxista. Tampoco le devolvió la felicidad de las épocas idas y mucho menos pudo detener el golpe de Estado.


 ¿Si Donald Trump Ganara las Elecciones Presidenciales de los Estados Unidos, qué Sucederá con la Ayuda a Ucrania?

 

Esa es la pregunta “del millón de dólares,” sin duda alguna. Y si estuviéramos en la piel del presidente de Ucrania, estaríamos sumamente preocupados, más todavía al ver cómo se van perfilando los hechos en la realidad diaria y política de los Estados Unidos, donde, cada vez que se imputa a Trump, cada vez que llega en su impresionante avión a alguna ciudad, requerido por los tribunales, más y más estadounidenses se convencen de que deben votar por él, sin importarles la clase de delincuente y maniático que es. Habría que estar muy preocupados porque, tal y como se presentan las incidencias actualmente, Trump podría ser el presidente nuevamente de los norteamericanos.

            ¿Pero por qué habría que estar preocupados en Ucrania? la respuesta es sencilla, directa y fulminante: porque Trump es muy amigo de Putin, el tirano y genocida ruso, y es una amistad que data desde el período electoral trasanterior cuando los rusos ayudaron a Trump a ganar las elecciones contra Hillary Clinton, creando un sinnúmero de cuentas falsas en las redes sociales para favorecerlo, instigaron contra la candidata demócrata –que de todas maneras no servía políticamente ni un comino-, y lo catapultaron hasta la Casa Blanca, tal y como aconteció finalmente. La amistad entre ambos maniáticos es sólida y a toda prueba. Lo mismo que la relación amistosa que Trump desarrolló con el loco dictador de Corea del Norte, quien, para colmo de males, también es muy amigo de Vladímir Putin. Es decir, el trío tiene nexos fuertes, casi indestructibles y forman un triángulo geográfico perfecto. Washington D.C.-Moscú-Pionyang; y desde el punto de vista psíquico hay empatía entre los tres, se entienden a la perfección y hasta suelen actuar de muy parecida manera; es decir, prepotentes, tiránicos, farsantes con sus pueblos, megalomaníacos, beligerantes, subversivos, infieles con sus mujeres, vulgares, parcos al hablar y cuando lo hacen solo recurren a múltiples amenazas de todo tipo y calibre. ¡En fin…! Son más las semejanzas entre Putin, Trump y Jon-un, que las diferencias. Es por ello que Zelenski, presidente de Ucrania, tiene razones suficientes para estar preocupado de cara al futuro y acerca de las relaciones con la Casa Blanca.

            Pero el amable lector podrá preguntarnos: ¿Por qué preocuparse si Joe Biden todavía es el presidente de los Estados Unidos, las próximas elecciones están distantes y muy probablemente Donald Trump no sea candidato republicano y si lo fuese, sería derrotado en las convocatorias a nivel nacional? Ciertamente Joe Biden sigue en el poder, aunque es un hombre anciano y muy enfermo, que ha superado, incluso, aneurismas que lo pudieron llevar a la muerte; ciertamente las próximas elecciones todavía no se van a dar, pero no están lejanas, y tal como se están decantando los hechos con la fuerte y decidida disposición de los votantes republicanos, quienes quieren favorecer a Trump sin importarles que éste sea un fantoche de pies a cabeza, podrían complicar el futuro cercano y según las encuestas: si las primarias republicanas fueran mañana, Trump arrasaría con todos su oponentes, aún si ellos decidieran unirse en una sola fuerza; y si las elecciones a nivel nacional fueran pasado mañana, es muy probable que Trump venza al enfermo y avejentado Joe Biden por escaso margen, pero la probabilidad está allí, latente. Además, la batería de asesores con la que contaría Donald Trump, estaría deseosa de pulverizar a Biden y a su verbo tranquilo, sus “lagunas mentales” y su lenguaje conciliador. La furia, el veneno retórico de Trump con sus frases cortas pero punzantes, que van directamente a las heridas del pueblo y de las personas individuales, sería nefasto para el caballeroso Biden, quien una vez conquistó a los estadounidenses con su comportamiento civilizado, pero en una segunda ocasión no creemos que sea suficiente para ganarle al venenoso y letal Donald Trump. Ese es el dilema que tendrán los demócratas a muy corto espacio de tiempo, pues las elecciones están al “dar vuelta en la esquina”, según se dice popularmente. Están allí, cerquita.

            ¿Pero qué tiene que ver lo anterior con Ucrania? Si se concreta el triunfo electoral de Donald Trump y llega a la Casa Blanca, la ayuda para Ucrania corre el riesgo inminente de cesar en forma definitiva, abruptamente, y será algo así como cavar la tumba para sus gobernantes, sus ciudadanos y su valiente ejército. Los millones de dólares que el gobierno Biden le hace llegar a Zelenski y el armamento sofisticado made in USA que ha estado pulverizando a los rusos en los campos de batalla, Trump acabaría con todo ello, así “de un plumazo”, de acuerdo a su temperamento esquizoide que ya hemos experimentado durante los cuatro años trasanteriores, cuando fue el pésimo presidente de los Estados Unidos que fue. En resumen… Putin estaría feliz si Trump ganase las elecciones, porque ello significará el final de la guerra en Ucrania, su invasión genocida terminará con el triunfo militar, se dejará los territorios del Donbás, aledaños a Crimea, y lo que sería peor… podría comenzar otras aventuras bélicas contra su ultra-enemiga Polonia, en África, Oriente Próximo o en el Cáucaso. Trump en la Casa Blanca sería algo así como su “libre licencia” para invadir, asesinar, conquistar territorios ajenos, incrementar el arsenal del mal ejército ruso y presumir de una fortaleza (que realmente no tiene), ante los ojos impotentes y frustrados del resto de la humanidad.

            Solo una determinación de los tribunales estadounidenses podrían detener a Trump posiblemente, quizás, talvez. No lo sabemos. Es probable que en la única causa en la que no se puede auto-indultar, por haber querido revertir los resultados electorales pasados, sea ese obstáculo judicial que todos queremos para él. Ojalá, por el bien de la paz mundial y de la victoria del bien.


 Todo un Tema: El Despeñadero por el que Cae la Educación Costarricense

 

Nos preguntamos hasta qué punto esos informes que redactan o elaboran los “tecnócratas”, también llamados desde hace algún tiempo hasta la actualidad, “consultores” (de todo tipo: sociales, económicos, políticos, religiosos, etcétera), son estudiados a fondo, observadas las deficiencias y corregidas como supuestamente sugieren en esas mismas páginas. Nos da la impresión de que esas “consultorías” pasan a llenar los archivos en las distintas dependencias del Estado sin ser leídos por quienes ordenaron elaborarlos y, por supuesto, sin solucionar absolutamente nada de lo que anda mal.

            A simple vista, se nota que la educación de Costa Rica viene mal desde hace décadas atrás y comienza desde las Universidades públicas (y peor todavía en las privadas), donde se malforman a los que después asumirán el sistema de enseñanza nacional. Es decir, las Universidades son incapaces de formar adecuadamente a los educadores (“docentes” como se hacen llamar a ellos mismos en estos tiempos), y con esa deficiente manera de trabajar, toman en sus manos los espíritus y mentes de los educandos para convertirlos prácticamente en nada. Ya por la década de los años 70s., se podían distinguir, de un grupo de 10 profesores, a solo dos o tres que daban “la talla”, eran los más admirados, respetados y dignos de la confianza de los jóvenes. Aquello parecía un banco o una mesa, hecha por el peor ebanista que solo le ponía dos o tres patas al mueble cuando debía tener las cuatro de rigor. A esos pésimos “docentes” los veníamos identificando desde la escuela primaria, donde pesábamos de una excelente maestra, quien dichosamente no se acogía todavía a su pensión y seguía trabajando en las aulas con gran mística y energía, a las manos de otros pésimos educadores deficientes, negligentes, obtusos para explicar las materias básicas y arrastrando complejos personales que los estudiantes teníamos que pagarle como si fuésemos los culpables…

            El IX Informe del Estado de la Educación costarricense ya está en las manos de los “tecnócratas” del Ministerio de Educación de Costa Rica (MEP), de la ministra de esta Cartera, quien ha confesado que todavía no lo ha leído. En todo caso, cuatro puntos que llaman la atención –en resumen-, explican lo siguiente: “niños de diez años no saben leer ni escribir textos simples”, “colegiales de décimo año son la generación menos preparada,” “10 por ciento de las escuelas (apenas) con oferta académica completa” y “vivimos una crisis por gestión educativa desenfocada de los problemas de fondo.” Entre otros entuertos más que se haría interminable reproducir aquí en este editorial.

            El caos “se retrata por sí solo.” No hay que explicar más. En otras palabras, el reto está sobre el tapete y los educadores, todo el sistema educativo de Costa Rica, está llamado a solucionar la problemática. Una problemática que “se refracta” en la sociedad de distintos colores: el analfabetismo, la incultura, la delincuencia creciente (Costa Rica padece altísimos estándares de criminalidad, aún en regiones que antes eran insospechadas), incremento de la pobreza per cápita, y demás lacras sociales que son la preocupación diaria de las autoridades policiales. El declive, “la cuesta abajo”, es evidente, demasiado evidente desde finales de los años 70s y ha venido pronunciándose más y más con el paso el tiempo.

            El Ministerio de Educación ha apostado por “más cantidad versus más calidad”; es decir, aumentar el tiempo de estadía de los jóvenes en los recintos de escuelas y colegios, desde las siete de la mañana, hasta las cuatro de la tarde, de lunes a viernes. Pero no ha dado resultado positivo, tal y como se esperaba, porque los males sociales siguen manifestándose más y más. La fórmula era a la inversa; es decir, “más calidad educativa por encima de la enorme cantidad de horas.” Lo anterior desde el aspecto intrínseco de la educación; y desde lo extrínseco, hay que sumarle la llegada de miles de inmigrantes nicaragüenses, quienes traen en sus morrales una impresionante incultura, una natural violencia de acuerdo al carácter general de ese pueblo y una ansiedad incontrolada por vivir una vida que la dictadura de Ortega y su mujer les arrebataron desde 1979. Así mismo, el arribo de colombianos con sus arrebatos de sicariato, tráfico de drogas, pornografía, violencia machista y demás vicios, han “fortalecido” el caos social del costarricense actual.

            El auge de las Universidades privadas que existen con el único propósito de generar riqueza para sus dueños fundadores, también ha permeado en la personalidad de las nuevas generaciones de costarricenses, quienes se convierten en “profesionales titulados”, pero sin cultura; es decir, les han permitido alcanzar los títulos académicos, y, paralelamente, la malformación personal. Muchos de ellos pagan a otras personas sin escrúpulos para que les confecciones los trabajados académicos de investigación y redacción, sin que los profesores de cátedra se enteren de aquellos ilícitos. No hace mucho, leímos la despedida de una directora que se marchaba de una escuela de enseñanza especial: tuvo la osadía de firmar al final de su carta con el rimbombante título de “master”, pero a lo largo de su misiva acusaba faltas de ortografía realmente vergonzantes y que decían mucho acerca de lo que había en su cerebro, supuestamente intelectual en una profesional de su “categoría.”

            El costarricense actual no lee, vive pegado a su teléfono celular escribiendo textos intrascendentes; llena los juzgados por causa de sus múltiples querellas, comete crímenes contra sus semejantes cuyas razones son tan obtusas como el crimen mismo y acusan pobreza en el lenguaje diario, en el comportamiento y en la personalidad general e individual del pueblo. Ese es el reto, el supra-reto, que tienen las autoridades educativas y para ser sinceros y honestos, no creemos que vayan a solucionar, precisamente porque el daño es muy profundo y no se tienen “las herramientas” para detener lo que va rumbo al despeñadero.


 El Caso Rubiales en España, nos Recuerda la Existencia de

los Límites

Cuando redactamos el presente editorial, Luis Rubiales, el presidente de la Real Federación Española de Futbol, está en medio de “un huracán” que ningún hombre quisiera para sí: la FIFA, la prensa de su país, la opinión pública y al parecer, la mayoría de “las fuerzas vivas”, quieren que renuncie a su puesto; pero él ha respondido,“no dimitiré.”

            ¿Pero qué sucedió con este fulano, quien, hasta antes de su “error” era un desconocido en el resto del mundo? Fue un hecho, si se quiere “inocente” y posiblemente involuntario y empujado por la emoción del momento: besó en la boca a Jenni Hermoso, futbolista de la Selección femenina española, recién coronada campeona del mundo en Australia y Nueva Zelanda. Pero a medida que se habla del asunto, aparecen otros actos que le “enlodan” todavía más: aparentemente, se tocaba los testículos delante de la Reina Leticia y de su hija, la Infanta Sofía, poco antes de agarrar a la deportista y estamparle “su rúbrica” en los labios. En la fotografía no se ve agraviada la muchacha; pero, en la frialdad que da “el después…” aquello no se vio bien, más aún cuando Rubiales ya había protagonizado hechos reñidos con la moral en el pasado.

            Ciertamente, conseguir una Copa del Mundo es algo que no se logra todos los días y cuando se alcanza, por supuesto que causa una alegría que rompe toda quietud y los moldes sociales establecidos, aunque siempre deben prevalecer los límites. Incluso, un abrazo fuerte a una de las jugadoras, cualquiera que hubiese sido, de parte de un alto dirigente, por más exultante que estuviese éste, es mal visto en estos países de origen latino. Parece que los famosos –recordemos los extravíos en este sentido del cantante de ópera, Plácido Domingo; y del ex presidente Trump-, olvidan, con el peso de la fama y del dinero, que no son “dioses del Olimpo,” al mejor (o peor) estilo de Zeus, quien, según la mitología griega, acostumbraba convertirse en tiburón, lluvia de oro, o en lo que se le ocurriera, para seducir a las mortales bellas y embarazarlas en contra de su voluntad. Hubo una de ellas que estaba bañándose desnuda en una laguna y Zeus se convirtió en un bello y elegante cisne. Se le acercó y la mujer, seducida por aquella magnífica ave, la siguió hasta una caverna donde el dios retomó su forma original y abusó de ella, de su cuerpo, de su espíritu, de su estado virginal. La mitología es una buena “maestra” con los alumnos distraídos. Solo hay que leer algunos pasajes.

            Por naturaleza, el deseo carnal, “la concupiscencia y la carne”, es una de las fuerzas más poderosas que hay en el ser humano, concretamente en “el macho”; pero existe la cultura, la educación dentro del respeto al semejante y recordar que, antes de toda acción en la que haya involucrada una segunda persona, hay unos límites invisibles, “una raya, una línea imaginaria”, puesta allí para no ser traspasada.

            En el caso específico de Rubiales, cuenta con la amistad del presidente ejecutivo de la FIFA, Gianni Infantino, de sangre italiana aunque nacido en Suiza y ya le vimos durante el Mundial de Rusia, en el palco oficial, junto a la presidenta de Croacia, en feas poses de seductor, sin respetar a la bella señora balcánica. Parece que ambos están “cortados con las mismas tijeras (del sadismo).”

            Lo cierto es que la gran mayoría en España están molestos con el beso impúdico que Luis Rubiales dio a la futbolista Jenni Hermoso, aprovechándose de la algarabía por la conquista del Mundial australiano. Por ejemplo, uno de los últimos editoriales del influyente periódico español ABC, así lo ha escrito: “La continuidad de Rubiales es el síntoma de un país sin exigencias morales suficientes para crear códigos de conducta no escritos. El examen de conciencia y la asunción autónoma de responsabilidades son puras ilusiones en el ejercicio de lo cotidiano del aferramiento al cargo y el privilegio. Y de esto no solo Rubiales es un ejemplo. También muchos de los que se rasgan las vestiduras con sus zafiedades, pero callan ante los datos de feminicidios en estos años o de los ‘indultos’ causados por la ley del ‘solo sí es sí’. Rubiales debe irse o deben echarlo, pero no para calmar conciencias de tanto hipócrita, sino porque es una cuestión de dignidad nacional ante lo que ya es un esperpento.” Escribió el editorialista del diario.

            Y es que la mancha larga y extensa de la vida pública de Rubiales es de sobra conocida y en casi todos los casos, está implícito el deseo desaforado de lo carnal, de sacar ventaja de las mujeres, a la fuerza, solo porque se es “hombre” y tiene la influencia, el poder de determinada Institución, y por eso tiene el beneficio de manosear y ultrajar a cualquier mujer que se le ocurra. Las cosas no funcionan así. Incluso dentro del matrimonio, cuando la esposa no desea la relación íntima con su conyugue, éste debe comprenderlo, ni discutir siquiera y marcharse a leer o ver la televisión. Otro día, talvez sí…

            En estos horrendos casos se manifiesta la sensibilidad de la mujer en toda su magnitud: la mujer buena, de buenas costumbres, de familia honorable, no consiente que se le fuerce a circunstancias en las que peligra su integridad física, emocional o espiritual, porque todo debe darse con su consentimiento, con su voluntad bien despierta y con el amor y la admiración privando en el hecho.

            Luis Rubiales tiene una seguidilla de estas situaciones embarazosas y debe pasar a la vida pública y después al olvido; su rostro no puede aparecer más en las fotografías de los diarios y mucho menos sus palabras que pretenden explicarlo todo. Por honor a la decencia, tiene que marcharse, dimitir…


 América Latina y su Plaga de Gobernantes Incapaces, Narco-comunistas, Generadores de Miseria Extrema y el Éxodo de sus Poblaciones

 

En la convulsa década de los años 70s. la característica más evidente en estas naciones del subcontinente americano, desde México hasta Chile y Argentina, fueron los gobiernos militares, encabezados por un dictador que también era un soldado u oficial castrense, o por una junta militar. Salvo México que era gobernado por el siempre corrupto PRI, que se hacía llamar a sí mismo, “la dictadura perfecta.” Y con esa incapacidad para la auto-crítica, esos militarotes y civiles corruptos, como en el caso mexicano, no querían reconocer que grandes porciones de sus respectivos pueblos estaban sumidos en la peor de las miserias y todas esas naciones en el retroceso extraordinariamente distante de los adelantos sociales, tecnológicos y culturales que marcaban los países adelantados o del primer mundo desarrollado.

            Habían dictaduras militares en toda América Central, exceptuando a Costa Rica que siempre se ha engalanado con las elecciones libres y democráticas y la alternabilidad en el poder, aunque la corrupción que se daba era acallada sutil e inteligentemente (de manera maquiavélica), por los líderes de aquel momento. Lo mismo sucedía desde Colombia, pasando por Perú, Bolivia, Ecuador, Brasil, Paraguay, Uruguay, hasta desembocar en los regímenes de Allende en Chile y la Junta Militar argentina, decidida y descaradamente criminal.

            El común denominador de aquellos dictadores, acuerpados por un grupo de militares a sus espaldas, eran sus apellidos europeos, como Banzer, Figueredo, Stroessner, Pinochet, Galtieri, Bignone, Massera, etcétera. Descendientes de alemanes, franceses, italianos o portugueses, radicados en América del Sur. Algo parecido sucedía en el Caribe, con el hijo de gallego, Fidel Castro Ruz; o con Joaquín Balaguer, en República Dominicana; y los Duvalier en Haití (padre e hijo), expoliando lo poco que quedaba utilizable en esa parte de la isla. Es decir, en los años 70s no había “rostro en qué persignarse,” según decían nuestras abuelas cuando comentaban las incidencias y las personas, a manera de decepción clara y concisa.

            Hacia mediados de la década siguiente, los años 80s, esos grupos de soldados en el poder de casi todas las naciones latinoamericanas, fueron cayendo por inercia propia o por el empuje de otros signos de poder, principalmente por los grupos adinerados, siempre sedientos por controlarlo todo, en especial lo que estriba al gobierno central de sus respectivos países. Una vez entronizados en el seno de cada Estado, lo disfrazaban de democracia y ellos mismos se decían ser los representantes “genuinos y puros” de esas democracias, cuando en realidad eran plutócratas, líderes y cabecillas de las modernas oligarquías que habían alcanzado el mando supremo-político de estas naciones. Así, vimos “democracia” inesperada y sorprendentemente en Guatemala, Honduras, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil y Uruguay, mientras El Salvador se desangraba en una feroz guerra intestina, impulsada y azuzada por Fidel Castro. Los Sandino-comunistas parecieron en Nicaragua y Hugo Chávez mostraba sus nefastas intenciones en la corrompida Venezuela, donde sus presidentes “democráticos” habían arrasado con toda la riqueza petrolera de la que fue capaz la producción venezolana. Es decir, los cinco últimos mandatarios en Caracas, fueron los que propiciaron el advenimiento y la dictadura de Chávez, a raíz del descarado saqueo de la riqueza del Estado, en una de las peores muestras y prácticas de corrupción que se recuerden en el subcontinente del que hoy estamos tratando.

            Para no hacer más cansino y profuso este recorrido por la historia reciente de América Latina a finales del siglo pasado e inicios del presente, los personajillos, todos ellos aprendices de la política y analfabetos de la economía, llegaron a ocupar los máximos cargos en sus gobiernos: los Maduro, Allan García, Cristina Fernández de Kircher (la mujer que tiene pactos con Satanás, ya que nadie la puede remover de su esfera de influencias y poder); los hermanos Fidel y Raúl Castro, Rafael Correa, Evo Morales, los últimos cinco presidentes mexicanos, en especial el actual, Andrés Manuel López Obrador, quien está defendiendo a los cárteles de la droga surgidos en su país al decir que no tienen nada que ver con el asesinato del candidato a la presidencia del Ecuador; también Daniel Ortega y su horrorosa mujer, Rosario “la bruja” Murillo, el colombiano Gustavo Petro, terrorista urbano y asesino de decenas de ciudadanos inocentes con los ataques violentos que efectuó en las ciudades de Colombia; y todos los demás que han empobrecido a sus pueblos, los han obligado a emigrar a pie hasta la frontera sur de los Estados Unidos y les han robado los sueños, las esperanzas, su realidad anterior y los han condenado al sufrimiento inesperado, inhumano e inconcebible.

            Esta es la realidad de hoy en día en América Latina, una región que no puede liberarse de sus cadenas invisibles, que le han sido puestas por esta enorme cantidad de sátrapas, políticos de escaso valor, de poco cuño y dueños de un anti-carisma realmente desolador. Es, quizás, un poco de la mentalidad retrógrada que caracteriza al latinoamericano, patente en sus dictadores.